Cuando se apeló a la población de color para que ayudara a atrapar al asesino de Lincoln

El 14 de abril de 1865, John Wilkes Booth (actor de profesión y simpatizante de la causa confederada) asesinaba al Presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln de un disparo en la cabeza mientras éste disfrutaba de una obra de teatro.

El magnicida huyó del lugar junto su cómplice David Edgar Herold y la captura de ambos se convirtió en el objetivo prioritario de las autoridades.

Para coordinar la operación de busca y captura de Booth y Herold se eligió a un experimentado militar, y héroe de la casi ya terminada Guerra Civil, conocido por sus triunfos en batallas tan importantes como la librada en Gettysburg. Se trataba del Mayor Winfield Scott Hancock (comúnmente mencionado como WS Hancock), quien puso todo su empeño y esfuerzo en atrapar a los fugitivos.

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Se realizaron múltiples batidas y se utilizó un número incalculable de efectivos para dar caza a los asesinos, pero no había manera de dar con estos y parecía que se los había tragado la tierra. Los días iban pasando y no había rastro de ellos.

A través de la oficina del Secretario de Guerra Edwin M. Stanton, el 20 de abril se imprimieron un gran número de carteles en busca de la colaboración ciudadana y donde se daba la descripción de John Wilkes Booth, David Edgar Herold (que aparecía como Harold) y un tercer hombre: John Surratt, quien había colaborado en toda la planificación del magnicidio y participó en el intento de secuestro de Lincoln que debía llevarse a cabo tres días antes del asesinato.

En el cartel también figuraba una generosísima recompensa de 100.000 dólares para aquel que ayudase a dar con los prófugos (50.000 por Booth y 25.000 por Herold o Surrat) y que podría ser doblada gracias a la aportación económica de otras autoridades estatales.

Pero no había manera de dar con ellos y a WS Hancock se le acababan las ideas, hasta que se le ocurrió la que podría ser más efectiva: hacer llegar un mensaje a aquellos que realmente podrían salir más perjudicados con el asesinato de Lincoln… la población negra.

El 24 de abril se publicaba en varios periódicos, además de hacer repartir miles de hojas (tamaño carta), con un mensaje a la ‘población de color’ donde explicaba que el presidente había sido asesinado a causa de haber querido ayudar a la gran causa de la libertad humana. Destacaba que la pistola, aunque estaba en manos de John Wilkes Booth, había sido disparada por las manos de la traición y la esclavitud. Recordaba el esfuerzo hecho por Lincoln para romper las cadenas y hacer feliz a la población y apelaba al buen corazón de los ciudadanos para que ayudasen a las autoridades a atrapar a los asesinos que sabían que se encontraban escondidos en algún lugar dentro de los límites del Distrito de Columbia, el Estado de Maryland o Virginia. Pedía que fuesen a buscar, mirar, preguntar e indagar dónde podría esconderse el indeseable criminal.

Una de las partes más efectivas del mensaje era la que indicaba que se había ofrecido una gran recompensa, pero que estaba seguro que quien estaba leyendo esas líneas no se necesitaba ningún estímulo económico para dar caza al cobarde asesino de ‘su amigo’ (Lincoln), tal como cualquiera haría para ayudar a atrapar al asesino de su propio padre.

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La población negra se movilizó para dar con Booth y en pocas horas ya había docenas de indicios sobre dónde podría estar escondido: en una granja a las afueras de Port Royal (Virginia) propiedad de un tal Richard Garrett.

Y ahí es precisamente donde encontraron oculto a John Wilkes Booth el 26 de abril. Un escondite de donde no quiso salir, obligando a los soldados a abrir fuego y siendo herido de muerte por una de las balas.

Así fue cómo, apelando y llegando al corazón de la población de color, se consiguió una valiosísima colaboración ciudadana que ayudó a poder localizar finalmente al asesino de Abraham Lincoln.

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