Dos niños conociéndose al atardecer: la historia que conmueve a las redes sociales

Todo ocurrió mientras caía el sol en la playa. Una madre quedó desconcertada cuando un niño se le acercó a su hija para preguntarle algo. Luego, al ver lo que sucedió entre ellos, tuvo la necesidad de publicar una reflexión, que en minutos se viralizó en la web. Una tierna historia con un mensaje esperanzador.

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Ellos dieron una gran lección. Foto: facebook.com/hrtwarming

Historias que inspiran

Los niños tienen mucho para enseñarnos. Y, este bello retrato de dos pequeños abrazados, lo confirma. Nadie los presentó ni se les pidió que fuesen amables entre ellos. Jamás se habían visto. Pero, cuando cruzaron sonrisas ese atardecer en la playa, sin prejuicios -y de inmediato- se hicieron amigos. Jugaron, conversaron, corretearon y, a la hora de despedirse, se abrazaron por un largo rato. En fin, se dieron amor libremente.

La madre de la niña quedó tan conmovida por la hermosa muestra de cariño que compartió en las redes sociales una reflexión, que en minutos se viralizó:

“Mi hija y yo estábamos en Myrtle Beach, dando un paseo por la playa, durante el atardecer. De pronto, un chico adorable se acercó hasta ella y le mostró los dientes de tiburón que colgaban alrededor de su cuello. Él le dijo su nombre y le preguntó a mi pequeña el suyo, que le respondió enseguida. Luego, se despidieron, y caminaron en la dirección opuesta.

Unos minutos más tarde, este dulce niño volvió corriendo y gritando el nombre de mi hija. Y, cuando ella lo vió, lo recibió con una sonrisa. Nuevamente, compartieron algunas palabras. El tema fue sobre todo el diente de tiburón, que al parecer tenía poderes.

Antes de que ellos caminaran, conversaran y corrieran juntos, yo le pedí permiso a la madre del pequeño para sacar una fotografía, que es la que vieron todos ustedes. Nadie los presentó, ni les pidió a estos niños que se traten amablemente, nada de eso hubo en absoluto. Cuando se les dijo que había que despedirse, porque ya era hora de abandonar la playa, ellos se abrazaron por un largo rato y se dijeron ‘adiós’ como 20 veces.

Este acontecimiento permite que, como seres humanos, podamos ver lo simple que puede ser no juzgar, ni ver el color de piel como una barrera, ni tener odio o generar competencia. Eran solo dos niños jugando y compartiendo un atardecer en la playa, como buenos amigos. Este mundo podría ser un lugar mucho mejor si actuáramos todos como lo hicieron ellos”.

Y tú, ¿qué reflexión tienes al leer esta historia? ¿Crees que los prejuicios son inherentes a la especie humana? Escríbenos a nuestra nuestra cuenta de Twitter @EstiloYahoo.

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