¿Por qué nos cuesta tanto dejar de comer o beber a tiempo?

Algunas sustancias anulan nuestra capacidad de auto-control

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El azúcar es una de las ‘drogas’ más adictivas que existen. (Foto: Getty Images)

No es fácil resistirse a la tentación y frenar nuestros impulsos. Hay momentos en los que cuesta mucho reconocer que nos estamos pasando de la raya y que deberíamos dejar de engullir patatas fritas con la misma ansiedad con la que Triki se zampaba las galletas, que sería mejor no tomarse otra onza de chocolate y que hace ya un buen rato que dijiste eso de “la última copa y a casa”.

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Los excesos, sea cual sea su variante, son malos y tienen consecuencias, siempre. Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿Qué nos empuja a seguir comiendo o bebiendo más allá de nuestro propio aguante?

Según cuentan los expertos en adicciones, esto es así porque el consumo de ciertas sustancias hacen que se active el circuito de recompensa cerebral y se produzcan de forma inmediata sensaciones agradables de bienestar, euforia o relajación.

Es decir que existen una serie de factores neurobiológicos que contribuyen al desarrollo de una conducta adictiva porque “A diferencia de los alimentos o del agua, hay sustancias que no producen “saciedad” sino más bien el efecto contrario, que lleva a repetir su consumo y a un deterioro del autocontrol”, explica Josep Guardia, Psiquiatra del Hospital Sant Pau de Barcelona y miembro de la junta de Socidrogalcohol.

De manera que el consumo reiterado de una sustancia puede generar un estado de “necesidad biológica” que nos empuja a auto-administrarnos dicha sustancia.

Una dieta alta en grasas puede dañar las células nerviosas del cerebro que controlan el peso corporal. (Foto: Getty Images)

Entre ellas, el alcohol y el tabaco (seguidos del cannabis) son las sustancias que más adicción provocan, según la encuesta ESTUDES 2014-2015 realizada por el Plan Nacional sobre Drogas.

“Casi 8 de cada 10 estudiantes reconoce haber bebido alguna vez y lo preocupante es que nos parece normal”, explica Francisco de Asís Babín, delegado para el Plan Nacional sobre Drogas.

Por su parte, Guardia afirma que “Muchas personas creen que el consumo moderado de estas sustancias adictivas no resulta peligroso y que, por tanto, un consumo “responsable” es siempre seguro”.

Sin embargo, el experto advierte que “Esta creencia errónea probablemente está basada en la idea de que las personas somos capaces de controlar el funcionamiento de nuestro cerebro, cuando en realidad no siempre es así”.

Sin duda el alcoholismo es una enfermedad adictiva grave que afecta al cerebro, pero las evidencias neurobiológicas sugieren que cualquier persona puede desarrollar una adicción si se encuentra sometida a factores ambientales como estrés intenso y prolongado o farmacológicos, ya que tanto unos como otros pueden incrementar la vulnerabilidad hacia la adicción.

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Los atracones de comida pueden esconder un trastorno mental. (Foto: Getty Images).

El peligro está en que se pueden desarrollar conductas adictivas a muchos alimentos y bebidas como los refrescos, los dulces, snacks y todo tipo de comida ‘basura’.

El ingrediente común es el polvo blanco, en su versión dulce o salada. Es decir, el azúcar y la sal. Dos aditivos o saborizantes a los que se tilda de ser un ‘veneno mortal’, porque se ha demostrado que -en dosis elevadas- pueden resultar tóxicos y acarrear graves problemas de salud como sobrepeso, diabetes, obesidad, e incluso, disparar el riesgo de cáncer.

Para que estos excesos no perjudiquen tu salud, los expertos afirman que puedes permitirte ciertos caprichos dentro de una dieta equilibrada y compensándolo con hábitos saludables. Ya sabes, lo mismo de siempre: alimentación sana que incluya frutas, verduras, cero grasas saturadas y alcohol en cantidades muy limitadas.