¿Qué llevó a un trabajador migrante a morir de un golpe de calor?

Él sólo tenía 24 años. Y a nadie se le exigió responsabilidades por su muerte.
Él sólo tenía 24 años. Y a nadie se le exigió responsabilidades por su muerte.

En un caluroso día de verano en Georgia, el cuerpo de Miguel Ángel Guzmán estaba fallando.

Llevaba horas agachándose entre hileras de plantas, recogiendo tomates y poniéndolos en cubetas. Los trabajadores dicen que no les daban descansos periódicos y que a los nuevos empleados, como Guzmán, no les daban turnos más cortos para que se adaptaran al clima.

A medida que Guzmán se puso más enfermo, hasta el punto de no poder mantenerse en pie, sus compañeros de trabajo pidieron que lo llevaran a un hospital. Pero un supervisor dijo que estaba fingiendo y se negó a pedir ayuda, según varios trabajadores que dijeron ser testigos del incidente. Guzmán permaneció tumbado en el suelo durante al menos 20 minutos, según los trabajadores, pidiendo ayuda.

“Él decía: ´No me dejen aquí, no me abandonen. Llévenme al hospital. No me quiero morir’,” recordó Jose Alfredo Huervo.

Finalmente, trabajadores subieron a Guzmán a una camioneta y el conductor se dirigió a buscar ayuda. Pero antes de llegar a un hospital, se salió de la carretera y entró en el estacionamiento de un Waffle House. Cuando los paramédicos llegaron, Guzmán no tenía pulso.

Poco después, a Guzmán se le declaró fallecido debido a un golpe de calor. Sólo tenía 24 años, un hombre que llegó a Estados Unidos con un visado de trabajador de temporada para ganar dinero y construir una casa en México.

Un visado emitido a Miguel Ángel Guzmán.
Un visado emitido a Miguel Ángel Guzmán.

“Estábamos muy enojados por lo que había pasado,” recordó el trabajador Carlos Javier Tome, un mexicano de 27 años. “Se habría podido evitar”.

Y, sin embargo, a nadie se le exigió cuentas por la muerte de Guzmán.

Cuando la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de EE. UU. investigó, descubrió que el contratista que empleó a Guzmán para trabajar en la explotación agrícola no protegía adecuadamente a los trabajadores del calor. La agencia multó al contratista con $10,348.

Pero la compañía no pagó la multa y cerró.

La falta de exigencia de responsabilidades por la muerte de Guzmán en 2018 resalta un problema común en la industria alimenticia estadounidense: trabajadores contratados que viajan legalmente a Estados Unidos con visados de temporada para ayudar a plantar y cosechar alimentos se enfrentan a riesgos en muchas etapas del proceso. Pueden sufrir comisiones de reclutamiento ilegales, malas condiciones de trabajo y jefes que no pagan el sueldo debido. Y cuando los problemas salen a la luz, contratistas y agricultores que utilizan a contratistas a menudo eluden o rechazan responsabilidades legales.

Las bases de datos federales no contabilizan el número de trabajadores agrícolas con visados de temporada que, como Guzmán, mueren en el trabajo, pero se cree que es poco frecuente. Más habitual, según los registros federales, es que a los trabajadores no les paguen los salarios debidos.

Los hermanos Carlos y Lorenzo Tome, quienes estaban con Guzmán el día en que murió, pronto fueron enviados a Wisconsin para trabajar en campos de cultivo de repollo, hortalizas y calabacitas, los mismos en los que se suponía que Guzmán también iba a pasar ese verano. Los hermanos Tome y otros trabajadores dijeron que a los cheques que recibieron en Wisconsin les faltaban cientos de dólares, lo que los llevó a ponerse brevemente en huelga. El Departamento de Trabajo investigó y concluyó que a los trabajadores sí les debían parte de sus sueldos.

Carlos Javier Tome, quien posó para esta foto en noviembre en Mesa, Arizona, dice que la muerte de un compañero le enfureció: “Se habría podido evitar”.
Carlos Javier Tome, quien posó para esta foto en noviembre en Mesa, Arizona, dice que la muerte de un compañero le enfureció: “Se habría podido evitar”.

Compañías intermediarias que reclutan, contratan y supervisan a trabajadores con visados temporales para que trabajen en explotaciones agrícolas de EE. UU., llamadas comúnmente contratistas de mano de obra agrícola, son a menudo culpadas por este tipo de abuso.

Según escritos de acusación criminales y alegaciones en demandas civiles presentadas en varios estados, contratistas han hecho que trabajadores se endeuden con comisiones de reclutamiento ilegales y otros gastos. Algunos confiscaron pasaportes de sus trabajadores, les cobraron si querían dejar su trabajo o les amenazaron con deportaciones. Otros exigieron a empleados que trabajaran en condiciones peligrosas o les proporcionaron el alojamiento requerido en campamentos sin agua potable e infestados de roedores.

Mientras que algunos contratistas son grandes compañías financieramente sólidas, otros son pequeños negocios con pocos activos y podrían ser incapaces de pagar multas y sueldos adeudados. Algunos contratistas están sólo un paso por encima de los trabajadores inmigrantes en la escala económica.

Los agricultores que usan a contratistas a menudo rechazan ser considerados responsables cuando las cosas van mal, alegando que no son ellos, sino el contratista, quien emplea a los trabajadores. Sin embargo, las granjas pueden beneficiarse de mano de obra explotada, porque puede ser más barato que contratar a sus propios trabajadores o a contratistas que cumplan con la ley. En algunos casos, empresas agrícolas utilizan a contratistas con un historial laboral problemático, incluyendo acusaciones de trata de personas.

EE. UU. depende en la actualidad de un número récord de trabajadores agrícolas con visados de temporada, y las empresas contratistas han venido trayendo a un porcentaje cada vez mayor de estos trabajadores durante la última década. Eso significa que más trabajadores extranjeros se enfrentan a posibles abusos.

Activistas y abogados de trabajadores dicen que muchos de estos empleados no renuncian porque perderían sus visados y si protestan, podrían ser despedidos, lo que haría difícil pagar las deudas que contrajeron para venir a los Estados Unidos, básicamente quedando atrapados en empleos precarios.

Según un análisis del Milwaukee Journal Sentinel-USA TODAY y entrevistas con investigadores líderes, menos del 10 % de todos los empleadores autorizados por el departamento de trabajo para traer a empleados con estos visados entre 2016 y mediados de 2021 eran contratistas, pero estos supusieron la cuarta parte de todos los empleadores citados por la División de Salarios y Horas de la agencia por infracciones de la normativa que regula el empleo de estos trabajadores.

Los contratistas también representan más de la mitad de los empleadores a los que la división prohibió temporalmente traer más trabajadores con estos visados desde 2017.

Miguel Ángel Guzmán fallecio de un golpe de calor después de trabajar en un campo de Moultrie, Georgia.
Miguel Ángel Guzmán fallecio de un golpe de calor después de trabajar en un campo de Moultrie, Georgia.
El interior de un autobús utilizado para transportar a trabajadores a su lugar de trabajo.
El interior de un autobús utilizado para transportar a trabajadores a su lugar de trabajo.

Jesus Beiza, el propietario de Beiza Brothers Harvesting, la compañía contratista que reclutó a Guzmán y supervisó su trabajo en el campo, no respondió a peticiones de entrevista.

Su hermano, Richard Beiza, operador de la compañía, dijo que siempre trató bien a sus trabajadores y negó haber actuado mal.

Dijo que los trabajadores podían tomar descansos cuando querían y que la compañía pagó a los trabajadores todo lo que les debía.

"Siempre he cuidado a mi gente," dijo.

Dijo que se retrasó en el pago a algunos de sus trabajadores en Wisconsin porque una granja agrícola para la que suministraba empleados no le pagó durante cuatro semanas. Eso les dijo a sus trabajadores de campo. "Como le dije al patrón, si él no me paga mi dinero, ¿cómo les puedo a pagar a ustedes?" dijo, según un video de la conversación obtenido por el Journal Sentinel.

Beiza dijo que él y su hermano no tienen activos para pagar el dinero que, según el gobierno, la compañía debe en multas y salarios adeudados. Dijo que la compañía ya no opera y que ahora trabaja como trailero por $15 la hora.

Michael Marsh, del grupo empresarial Consejo Nacional de Empleadores Agrícolas, dijo que los casos de explotación de trabajadores son poco frecuentes. Dijo que quienes actúan mal deben rendir cuentas, pero que los agricultores no deben ser responsables por las infracciones de los contratistas.

El Journal Sentinel y USA TODAY trazaron la historia de Guzmán y sus compañeros de trabajo, revisaron otros casos de infracciones laborales y analizaron bases de datos federales para ilustrar los peligros que corren los trabajadores contratados con visados de temporada.

Poco después de la muerte de Guzmán, su compañero de trabajo, Abelardo Aburto, recuerda haber pensado: "en el momento en que le pase a otro compañero, o me pase a mí, me va a pasar lo mismo, voy a terminar muriéndome."

La promesa de una vida mejor

Cuando Guzmán fue reclutado para trabajar en los campos de Estados Unidos, vivía en Chila, un pueblo de 2,100 habitantes del sur de México. Él y su esposa, Anai Rosas, vivían en el piso inferior de la casa de sus padres, y él trabajaba en la granja de la familia, cuidando de chivos y borregos.

Guzmán, dijo su esposa, quería ahorrar dinero para construir una casa juntos.

Miguel Ángel Guzmán y su esposa, Anai Rosas, posan para una fotografía en México en 2018, unos meses antes de que Guzmán falleciera.
Miguel Ángel Guzmán y su esposa, Anai Rosas, posan para una fotografía en México en 2018, unos meses antes de que Guzmán falleciera.

A unas 170 millas al este, en Tapalapan, los hermanos Carlos y Lorenzo Tome también querían un hogar propio. Carlos vivía con sus suegros; Lorenzo estaba construyendo un apartamento encima de la casa de su padre, y aún le faltan ventanas, puertas, el piso y la instalación eléctrica.

No está claro quién reclutó a Guzmán para ir a Estados Unidos, pero los hermanos Tome dicen que un reclutador de la compañía Beiza Brothers Harvesting, la cual tiene sede en Georgia, les habló del trabajo en Wisconsin.

Dicen que el reclutador les pidió a ellos y a otros trabajadores que le dieran unos $700 cada uno, lo que cubriría el transporte a la frontera y su estancia en Monterrey, donde tenían que ser entrevistados en el consulado de los EE. UU. y recibir sus visas. Además, cada trabajador pagó $190 por su visa. Varios trabajadores afirmaron que el reclutador dijo que Beiza Brothers reembolsaría todos los gastos.

El padre de Carlos y Lorenzo sacó una tarjeta de crédito y retiró unos $1,500 a una tasa de interés mensual del 20%, dijeron. Otros trabajadores lucharon para conseguir el dinero: uno vendió su automóvil, otro dijo que su abuela puso la escritura de un pequeño terreno que cultivaba como garantía.

Los empleadores pueden pedir a los trabajadores que adelanten los gastos de viaje y las tarifas de los visados, pero regulaciones federales y decisiones judiciales exigen que se les reembolse ese dinero, y normalmente gran parte en su primer cheque.

La legislación estadounidense prohíbe cobrar a los trabajadores comisiones de reclutamiento por la posibilidad de obtener un empleo. Pero el Centro de los Derechos del Migrante, un grupo de activismo y apoyo a los trabajadores migrantes que opera en EE. UU. y México, dijo que la cuarta parte de 100 trabajadores agrícolas que entrevistaron en 2019 y 2020 pagó estas comisiones para trabajar con visados de temporada.

Los hermanos Tome dijeron que cuando llegaron al hotel de Monterrey, las habitaciones no estaban pagadas, a diferencia de lo que se les había prometido. Más tarde se enterarían de que también tenían que pagar el transporte hasta la frontera con EE. UU., a pesar de que pensaban que los $700 que pagaron por adelantado era para cubrir esos gastos.

Los hermanos y otros trabajadores dijeron que aún no saben quién se quedó con el dinero que pagaron al reclutador.

En una entrevista, Richard Beiza, operador de la compañía, dijo que la empresa no cobró a nadie y que pagó las visas de los trabajadores.

Una situación "insoportable"

Guzmán y los hermanos Tome obtuvieron sus visas y cruzaron la frontera. En lugar de dirigirse a Wisconsin, fueron enviados a Moultrie, en Georgia, el corazón de una de las zonas agrícolas líderes en Estados Unidos.

Lorenzo Tome recordó que llegó sin dinero y que tuvo que pedir prestados $100 a un pariente para que él y su hermano pudieran comprar comida. Otros trabajadores compartieron comida con los recién llegados.

Los empleadores están obligados a proporcionar alojamiento gratuito a los trabajadores agrícolas con visados de temporada. Según su solicitud federal para traer a trabajadores, Beiza Brothers alojó a muchos en propiedades que la compañía poseía o alquilaba en Moultrie.

El trabajador Abelardo Aburto dijo que tuvo que dormir en un colchón inflable en el piso de una antigua iglesia.
El trabajador Abelardo Aburto dijo que tuvo que dormir en un colchón inflable en el piso de una antigua iglesia.

El trabajador Abelardo Aburto dijo que durante varios días tuvo que dormir en un colchón de aire en el suelo de una antigua iglesia. Los trabajadores podían comprar el almuerzo en el campo, pero tenían que proveerse de su propio desayuno y cena. La normativa obliga a los empleadores a proporcionar cocinas o comidas económicas.

Aburto dijo que, en sus primeros días, la antigua iglesia no tenía ni estufa ni refrigerador. Para cenar, dijo, comía sopas de fideos deshidratados que preparaba con agua caliente de una cafetera.

Jose Alfredo Huervo dijo que dormía en una traila de dos habitaciones con otras cinco personas. La lluvia se filtraba y había cucarachas y pulgas. Durante unos días, cuando la estufa no funcionaba, hacían fogatas para cocinar.

Varios trabajadores dijeron que sus viviendas no tenían aparatos de aire acondicionado, y tuvieron que comprar ventiladores.

Jose Alfredo Huervo trabajó en campos de cultivo de Wisconsin en el verano de 2018.
Jose Alfredo Huervo trabajó en campos de cultivo de Wisconsin en el verano de 2018.

Víctor Omar López, quien trabajó en Georgia durante meses, dijo que se duchaba antes de ir a dormir para refrescarse, pero pronto volvía a sudar. Calificó la situación como "insoportable".

En los campos, seis trabajadores dijeron al Journal Sentinel que los supervisores les presionaban para que trabajaran más rápido o para que no hicieran descansos. López recordó a una capataz que retaba a su cuadrilla: ¿acaso no eran hombres?

Los empleadores están obligados a pagar a los trabajadores agrícolas con visados de temporada un salario mínimo por hora, independientemente de la cantidad de producto que cosechen. Para Guzmán y los hermanos Tome, debía ser de $13.06. Sin embargo, varios trabajadores afirmaron que Jesus Beiza les dijo que se les pagaría únicamente según el volumen del producto que cosecharan.

Según las entrevistas con los trabajadores, sólo tenían descansos a la hora de comer o cuando se les trasladaba a otros campos. Algunos dijeron que se tomaban un momento para descansar si se sentían mal. Varios dijeron que se agachaban entre las tomateras, donde había sombra y donde un capataz no podía verlos. A veces se acababa el agua, dijeron, pero les decían que siguieran cosechando.

En una declaración a los inspectores federales, Richard Beiza dijo que se aseguraba de que hubiera agua en los campos. En una entrevista con el Journal Sentinel, él afirmó que los trabajadores podían descansar cuando lo necesitaran. Había literas en la antigua iglesia, dijo, y negó que los trabajadores carecieran de estufas y refrigeradores. Dijo que a veces los trabajadores rompían los electrodomésticos, pero que él los reemplazaba.

Dijo que la temperatura dentro de las viviendas era adecuada para dormir y la compañía proporcionó ventiladores.

Muerte en el campo

El 19 de junio de 2018, Guzmán llamó a su esposa desde Georgia y le dijo que estaba orgulloso porque había recogido más tomates que trabajadores de la cuadrilla con más experiencia. Eso significaba que podría ganar más dinero.

A la noche siguiente, Guzmán sólo le envió un mensaje diciendo que estaba cansado y que quería descansar. Tras despertarse por la mañana, sobre las 7 a.m. en el horario de su esposa, volvió a mandarle un mensaje: le dijo que la amaba y que quería contarle un sueño bonito que había tenido con ella.

Esa tarde, la temperatura subió a 91 grados Farenheit. Pero los trabajadores dijeron que se sentía más calor dentro del campo porque las plantas de tomate bloqueaban la brisa, y el plástico negro en el suelo alrededor de las plantas atrapaba el calor.

Lorenzo Tome recordó que en un momento dado se dio cuenta de que Guzmán estaba temblando y se agarró a una camioneta para sostenerse. Lorenzo lo colocó a la sombra de la camioneta y más tarde lo ayudó a caminar un lado del campo, donde él y otro trabajador lo colocaron bajo unos árboles.

Guzmán suplicó por ayuda, pero varios trabajadores que presenciaron el incidente le dijeron al Journal Sentinel más tarde que el supervisor Armando Hernandez no quiso llevarlo a un hospital.

“Nosotros le gritábamos a Armando que lo llevara al hospital, porque pues si no, pues él iba a fallecer ahí. Y él decía que no,” recordó Carlos Tome. “Él se reía, de todos nosotros se reía. ‘De que no,’ dice, ‘a ese no le pasa nada.’ Dice: ‘A mí se me hace que se está chantajeando.’ Dice: ‘De que se quiere ir para la casa’.”

En una entrevista con el Journal Sentinel, Hernandez afirmó que nunca dijo que pensara que el trabajador enfermo estuviera fingiendo y que sólo pasaron unos cinco minutos entre el momento en que se enteró de que Guzmán estaba enfermo y cuando alguien se lo llevó para buscar ayuda.

"Hice lo que pude," dijo.

Los trabajadores abanicaron a Guzmán con trozos de cartón y sus sombreros. Cuando un mecánico de Beiza Brothers pasó por allí en una camioneta, llamó a la oficina con su teléfono móvil. Dos trabajadores ayudaron a Guzmán a subir a la camioneta, y el mecánico condujo hacia la oficina en Moultrie. Un trabajador le dijo al Journal Sentinel que pasaron entre 20 y 30 minutos desde el momento en que Guzmán fue trasladado a un lado del campo hasta que el mecánico lo llevó a buscar ayuda. Pero otros cinco trabajadores dijeron que pasó una hora o más.

La ruta más lógica desde el campo hasta Moultrie pasaba al lado de un hospital, pero no está claro si el mecánico lo sabía. A dos millas de la oficina, el mecánico paró en el estacionamiento de un Waffle House. Allí lo encontró la gerente de la oficina, Rosemary Meza, que estaba ya en la línea con un operador del 911. Le dijo que mandara una ambulancia lo antes posible porque Guzmán estaba vomitando, sobrecalentado y convulsionando.

"Parece que está teniendo convulsiones," dijo según una grabación de la llamada obtenida a través de una solicitud de documentos públicos por el Journal Sentinel.

Alrededor de un minuto más tarde, le dijo al operador: "No está respondiendo. Señor, no está respirando."

Meza realizó reanimación cardiopulmonar (RCP) hasta que llegaron los paramédicos en menos de dos minutos. Pero Guzmán no tenía pulso.

"Lo estábamos manteniendo hidratado," dijo la gerente a un paramédico, "pero supongo que su temperatura subió demasiado."

Paramedics try to help Miguel Ángel Guzmán.
Paramedics try to help Miguel Ángel Guzmán.

Cuando la ambulancia llegó a la sala de urgencias, la temperatura de Guzmán era de casi 109 grados. Los paramédicos no pudieron restablecer sus ritmo cardiaco. Más tarde, el forense dictaminó que falleció por un golpe de calor, señalando que no estaba aclimatado a las condiciones.

La Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (Occupational Safety and Health Administration, OSHA) inició su investigación el día siguiente. Richard Beiza le dijo a un inspector que los trabajadores podían tomar descansos cuando quisieran. Pero la agencia concluyó que la compañía no estableció descansos a intervalos regulares para combatir el calor, no proporcionó entrenamiento formal sobre el calor, ni turnos más cortos para aclimatar a los trabajadores.

Los documentos de OSHA revisados por el Journal Sentinel no abordan cuestiones relacionadas con la forma en que la compañía o sus empleados respondieron a la enfermedad de Guzmán.

En una entrevista, Beiza dijo que pidió al supervisor de la cuadrilla que dejara descansar a los trabajadores. Beiza dijo que pasó por el campo el día que murió Guzmán y reconoció que hacía calor. Pero dijo que cuando se fue del campo, antes de que Guzmán enfermara, todo el mundo estaba descansando.

Hernandez, el supervisor acusado por los trabajadores de no tomarse en serio la enfermedad de Guzmán, dijo que dejó su trabajo poco después de la muerte y que ahora trabaja para una compañía maderera de Georgia. Dijo que su antiguo empleador nunca le dijo cómo responder a un golpe de calor.

"Nada más le avientan a uno a lo loco, y no sabe uno qué hacer," dijo.

En enero de 2019, la OSHA multó a Beiza Brothers con $10,348 por la muerte de Guzmán.

La compañía no pagó la multa. El portavoz del Departamento de Trabajo Eric Lucero dijo que la deuda fue remitida al Departamento del Tesoro de EE. UU. para su cobro.

El día que murió Guzmán, Rosas se quedó despierta hasta pasada la medianoche, esperando la llamada de su marido. Al día siguiente ella cumplía 25 años, y Guzmán siempre quería ser el primero en desearle un feliz cumpleaños.

Cuando no llamó, pensó que tal vez estaba demasiado cansado y se fue a dormir.

Los intermediarios

Unas dos semanas después de la muerte de Guzmán, en julio de 2018, los trabajadores de Georgia fueron trasladados en autobús 1,000 millas al norte, a Racine, en Wisconsin. Allí trabajaron largas horas en campos cercanos, cosechando betabel y calabacitas, plantando repollo y empacando judías verdes. Se levantaban temprano por la mañana y a menudo no terminaban hasta las 10:00 p.m.

"Uno se acostumbra, ¿no?, a trabajar, a despertarse a las cuatro de la mañana, a seguir," dijo Carlos Tome. "Cuando llega la quincena, pues te alegras porque vas a poder tener dinero, vas a poder mandarle a tu familia."

"Pero pues, así, en cuestión de nosotros, pues nunca pasó eso," dijo. Richard Beiza "siempre nos retuvo los cheques."

No fue la primera vez que Beiza Brothers enfrentaba a acusaciones sobre salarios. En Georgia, los inspectores citaron a la compañía por no pagar casi $150,000, en sueldos y reembolsos de gastos de viaje durante el 2017 a 184 trabajadores con visados de temporada o que residían en Estados Unidos. La compañía fue multada con $219,262 y aceptó pagar los sueldos.

Los salarios se debían pagar unos días antes de que Guzmán y los hermanos Tome cruzaran la frontera en el verano de 2018. El Departamento de Trabajo presentó posteriormente reclamaciones sobre dos fianzas depositadas por Beiza Brothers para recuperar parte del dinero, lo que indica que el contratista no pagó los sueldos.

También en el verano de 2018, según los registros estatales, la compañía no contrató en Wisconsin un seguro de compensación de los trabajadores, el cual las empresas están obligadas a tener para cubrir gastos por accidentes laborales.

"De todo ello se desprende que Beiza Brothers Harvesting era un contratista ‘fly-by-night’, lo que significa que no tiene el capital necesario para responsabilizarse por los salarios de tantos trabajadores," dijo Erica Sweitzer-Beckman, abogada de Legal Action of Wisconsin, quien presentó una reclamación ante el Departamento de Desarrollo de la Fuerza Laboral de Wisconsin en nombre de trabajadores de Beiza Brothers para intentar recuperar los sueldos debidos.

Cinco trabajadores le dijeron al Journal Sentinel que sus nóminas en Wisconsin se retrasaron y les faltaban horas. A la mayoría de los cheques les faltaban cientos de dólares, según las estimaciones que figuran en la reclamación presentada ante el departamento de la fuerza laboral del estado. El caso todavía está en curso.

Lorenzo Tome dijo que, con el poco dinero que él recibía, su padre en México tenía que ayudar a mantener a su esposa e hijos, que entonces tenían 5 y 8 años.

Una mañana de agosto de 2018, unos 18 trabajadores, entre los que se encontraban los hermanos Tome, no se subieron al autobús que los llevaba a los campos.

Decidieron ponerse en huelga.

A agricultores no se les hace responsables

La disputa era sobre todo por dinero. Pero también puso de manifiesto una cuestión más amplia debatida durante décadas: ¿cuándo son los agricultores responsables de lo que les ocurre a quienes trabajan en sus campos?

Los trabajadores de Beiza Brothers plantaban y piscaban en campos operados por Michael Borzynski Farms y Borzynski Farms. Aunque se tratan de compañías distintas, Michael Borzynski desempeñaba labores clave en ambos negocios. Era propietario de la primera y ayudaba en las operaciones agrícolas de la segunda, una empresa propiedad de su padre, Joe Borzynski, y de su tío, David Borzynski.

Para 2018, Borzynski Farms se había convertido en una gran operación, cultivando más de 7,000 acres en Wisconsin, Illinois, Georgia y Texas y vendiendo productos a supermercados regionales.

Borzynski Farms había contratado anteriormente a un contratista acusado de explotar a trabajadores.

Fiscales dijeron en documentos judiciales que en 2016 una familia de contratistas que operaban como Garcia & Sons Harvesting y C & D Harvesting, conspiraron para obligar a trabajadores mexicanos con visados de temporada a trabajar en campos de Borzynski Farms en Wisconsin. Los fiscales dijeron que los contratistas amenazaron a los trabajadores, no pagaron todos sus salarios y les quitaron sus pasaportes.

Cinco miembros de la familia Garcia fueron imputados por cargos relacionados con la trata de personas. Se declararon inocentes; el caso está en curso. Borzynski Farms no ha sido acusado en el caso ni fue acusado por los fiscales de haber cometido ningún delito.

Cuando el Journal Sentinel preguntó a Borzynski Farms sobre el caso en 2019, Stefanie Meiri, la hermana de Michael, envió un comunicado diciendo que en ningún momento la compañía supo de las acusaciones de abuso. El comunicado decía que Borzynski Farms cortó lazos con los contratistas cuando la compañía se enteró de las acusaciones.

El comunicado calificaba a los trabajadores como la "mano de obra propia" de Garcia.

La ilustración de un artista de trabajadores en campos de cultivo de Wisconsin.
La ilustración de un artista de trabajadores en campos de cultivo de Wisconsin.

Activistas y abogados de trabajadores por un lado y agricultores por el otro llevan mucho tiempo batallando sobre cuándo los agricultores deben ser considerados empleadores conjuntos de los trabajadores aportados por los contratistas.

En 1983, tras recibir testimonios de abusos contra trabajadores, el Congreso facilitó que se pudiera exigir responsabilidades a los agricultores. Los legisladores definieron "emplear" de forma más amplia que el concepto tradicionalmente utilizado por los tribunales, adoptando la definición establecida en la ley federal del salario mínimo.

Pero la nueva ley excluyó a trabajadores extranjeros con visas de temporada de sus protecciones.

Los estados pueden adoptar la definición federal más amplia de empleador para proteger a estos trabajadores, pero esa definición es muy debatida por los responsables políticos de ambos partidos, y sentencias judiciales la interpretan de forma diferente.

Los contratistas seguirán abusando de los trabajadores hasta que se responsabilice a las empresas agrícolas, dijo Greg Schell, un abogado que ha litigado casos de empleo conjunto representando a trabajadores.

En California, los rancheros son responsables de los salarios de los trabajadores contratados por los contratistas si tienen 25 o más empleados y los contratistas suministran más de cinco de ellos, un requisito que apoyan activistas y abogados de los trabajadores.

Estos activistas y abogados afirman que si las granjas se enfrentaran a mayores responsabilidades, tendrían un mayor incentivo para investigar a sus contratistas.

En 2017, el vivero de Michigan Four Star Greenhouse contrató al contratista Juan Vasquez, quien, según los registros del Departamento de Trabajo, tenía un historial de infracciones laborales, incluidos $70,000 en salarios adeudados a trabajadores agrícolas. Al año siguiente, Vasquez no pagó a los trabajadores con visados de temporada de Michigan durante semanas, según una demanda de los trabajadores contra el vivero. El vivero demandó a la compañía de Vasquez, alegando que debía hacerse responsable de cualquier costo relacionado con la demanda de los trabajadores. Vasquez aún no ha respondido a la demanda; el caso está en curso.

Según alegaron los trabajadores en su demanda, después de que se quejaran sobre la falta de pago con los supervisores del vivero y el contratista, un empleado de éste llevó a un grupo de trabajadores a un estacionamiento, donde agentes de la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (Immigration and Customs Enforcement, ICE) los detuvieron. Los trabajadores dijeron que el contratista les había prometido prorrogar sus visas, pero nunca lo hizo.

El vivero dijo en documentos judiciales que los trabajadores no aportaron suficiente evidencia de que eran empleados del vivero.

Cuando Guzmán murió de un golpe de calor en Georgia, OSHA no abrió una inspección de la empresa agrícola, MGI Farms, propiedad de Patrick Mobley.

OSHA utiliza la definición de “emplear” más restringida, establecida por los tribunales, para determinar quién es un empleador. La agencia puede multar a compañías que no son el empleador de un trabajador, si tienen algún control sobre el riesgo, pero sólo en ciertas circunstancias. El riesgo por no proteger a los trabajadores del calor no es una de ellas.

Mobley declinó hacer comentarios a través de Peggy Harrell, gerente de la oficina de MGI.

En Wisconsin, Sweitzer-Beckman, la abogada de los trabajadores que reclaman salarios atrasados, dijo que sus clientes eran empleados de Beiza Brothers y de las dos empresas de la familia Borzynski.

Los agricultores no están de acuerdo. Michael Borzynski Farms dijo en las respuestas presentadas ante una agencia estatal que los trabajadores eran empleados únicamente por el contratista. El abogado de Borzynski Farms, Stephen Kravit, dijo lo mismo en un correo electrónico al Journal Sentinel.

Problemas con ‘el patrón’

El 6 de agosto de 2018, poco después de decidir no presentarse a trabajar, alrededor de una docena de empleados de Beiza confrontaron al gerente Richard Beiza fuera del motel de Racine, donde los trabajadores y Beiza estaban viviendo temporalmente.

En un video de la interacción, Beiza está sentado en una camioneta en el estacionamiento y los trabajadores hablan con él a través de la ventanilla abierta del lado del conductor. Uno le dice que no tiene dinero.

Beiza responde que tuvo problemas con "el patrón”. Los trabajadores dijeron que así llamaba a los agricultores. "Él no me pagó por cuatro semanas," dijo Beiza a los trabajadores. "El cheque que yo pagué la otra vez, yo lo pagué de mi bolsa, y ya no tengo más dinero." No está claro a qué granja se refiere.

Ese mismo día, alguien se puso en contacto con UMOS, un grupo con sede en Milwaukee que asiste a trabajadores agrícolas. Los empleados de UMOS hablaron con los trabajadores y con Beiza y llamaron a la policía de Racine, diciendo que los trabajadores que se alojaban en el motel temían que Beiza tomara represalias contra ellos, según un informe policial.

Beiza dijo que pagó a los trabajadores poco después, pero algunos dijeron al Journal Sentinel que aún se les debía dinero.

El Departamento de Trabajo de los EE. UU. estuvo de acuerdo. Tras investigar, la agencia pagó a los hermanos Tome y a otros trabajadores parte de los salarios que se les debían, que en algunos casos superaban los $1,000. Para cubrir los costos, el gobierno puede reclamar las fianzas que los contratistas deben depositar cuando traen trabajadores con visados de temporada, pero puede que los fondos no sean suficientes para cubrir todos los salarios adeudados.

El portavoz del departamento de trabajo Edwin Nieves no quiso responder a preguntas sobre el caso, que sigue abierto. Los representantes de Borzynski Farms y Michael Borzynski Farms declinaron solicitudes de entrevistas.

El abogado Aaron McCann envió una declaración de parte de Michael Borzynski Farms que decía que la compañía se toma en serio sus obligaciones de cumplir con la ley, y que había pagado a Beiza Brothers a tiempo y según sus acuerdos contractuales.

Kravit, el abogado de Borzynski Farms, escribió en un correo electrónico que la granja pagó las facturas de Beiza a tiempo. Escribió que la empresa agrícola encontró errores en las facturas y pagó al contratista $10,262 más de lo solicitado. También dijo que el estado de Wisconsin no contactó a Borzynski Farms sobre la queja de los trabajadores por salarios adeudados. Dijo que Borzynski Farms no es parte en el caso, el cual involucra a Michael Borzynski Farms.

Kravit dijo que Borzynski Farms tuvo que recurrir a contratistas porque en los últimos cinco años no pudo contratar suficientes trabajadores directamente. Dijo que la compañía hace todo lo posible para garantizar que los trabajadores con visados de temporada estén seguros, reciban sus salarios y sean tratados con respeto.

"Durante el tiempo en que Borzynski Farms contrató a Beiza, parecía que los trabajadores estaban seguros, se les pagaba adecuadamente y se les trataba con respeto," escribió Kravit. "La relación terminó cuando Borzynski Farms supo que Beiza ya no tenía licencia."

En 2018, el departamento de trabajo prohibió a Beiza Brothers Harvesting traer a trabajadores con visado de temporada durante tres años.

Esa decisión no llegó a tiempo para los trabajadores de 2018, incluido Guzmán.

Según los registros del estado de Georgia, Beiza Brothers ya no existe. Jesus Beiza transfirió los bienes inmuebles de la compañía en Moultrie a su esposa y a una empresa administrada por su padre, según los registros del asesor fiscal en Georgia. Jesus Beiza y su esposa abrieron una heladería en Moultrie.

Algunos antiguos trabajadores migrantes de Beiza se quedaron en EE. UU.; otros regresaron a México. Carlos Tome trabaja en una fábrica y vive en Mesa, Arizona; su hermano, Lorenzo, es techador y vive en Milwaukee.

En México, la esposa de Guzmán visita su tumba, le deja flores y a veces le canta una canción de amor que les gustaba a ambos. Al principio, le preguntaba por qué murió, por qué la dejó. Ahora, le dice que ella está bien, que él puede seguir su camino. Que no tiene que preocuparse.

María Pérez es una reportera en el equipo de investigación nacional de USA Today. Se pueden poner en contacto con ella enviando un email a maria.perez@usatoday.com y en Twitter escribiendo a @mariajpsl.

This article originally appeared on USA TODAY: Trabajadores migrantes con visa sufren riesgos a manos de contratistas