El racismo que aún lastra a los negros en Cuba

En 1962 Fidel Castro afirmó que Cuba había “suprimido la discriminación por motivo de raza o sexo”. Casi por decreto, el entonces gobernante solucionó uno de los problemas sociales más arraigados en la isla. Medio siglo después, tras la visita de Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, los espectros del racismo germinan con renovada fuerza en el país de régimen comunista.

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Los negros y mestizos padecieron lo peor de la crisis económica de los 90 y no se han beneficiado de las reformas como sus compatriotas blancos (AP)

Aunque la Revolución de los Castro derogó en efecto la discriminación institucional, poco hizo para eliminar la desventaja histórica que obstaculizaba el avance de negros y mestizos. La pobreza que agobia a la mayoría de la población cubana pesa menos sobre las familias blancas. La segregación, invisible en papeles, permea la idiosincrasia y las estructuras. En palabras del intelectual Esteban Morales: en Cuba se educa más para ser blancos que para ser cubanos.

Racismo puertas adentro

El vocabulario de los cubanos está salpicado de frases que revelan la persistencia de los prejuicios raciales. Cuando un negro se destaca, la gente le atribuye “alma de blanco”; si alguien perpetra una chapucería, otro sentencia “es una negrá”; en los matrimonios multirraciales los no blancos reciben el supuesto beneficio de “adelantar” la raza…

En los Censos de población, buena parte de los negros y mestizos prefieren declararse blancos. Incluso, dentro del espectro de personas no blancas hay categorías según la cercanía al ideal caucásico: un “negro teléfono” o un “jabao capirro” serán menos estimados que una “mulata blanconaza” o un “mulato adelantado”.

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La Revolución cubana ha mantenido las riendas del poder en manos de una cúpula de políticos blancos (AP)

Pero pocos admiten sus prejuicios. Ante la acusación responden que sus mejores amigos son negros, por ejemplo. El régimen censura las expresiones públicas de racismo así como las manifestaciones antirracistas de grupos no afiliados a la sociedad civil oficialista. Decir que el racismo persiste casi 60 años después del triunfo de la Revolución, si bien ya no condena al exilio intelectual, tampoco despierta gestos de aprobación del aparato ideológico gubernamental. El tema clasifica en la lista no escrita de tabúes.

¿Cómo extirpar el cáncer de la discriminación racial cuando apenas se discute en los medios de prensa y no se menciona en los planes de estudio como un problema actual?

La Revolución blanca

Salvo un breve período entre 1940 y 1944, y luego durante la dictadura de 1952-1958, Cuba nunca ha sido gobernada por negros o mestizos. En esas dos ocasiones los destinos de la isla cayeron en manos de Fulgencio Batista, un militar de ascendencia española, indígena, china y africana.

En la cúpula del movimiento político que llevó a Fidel Castro al poder en 1959 predominaban los blancos de clase media y alta. En la elite que sobrevivió a las purgas de los primeros años de Revolución y acompañó a Castro hasta el crepúsculo de su gobierno, solo Juan Almeida era negro. El sucesor designado de Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel, también es blanco.

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Para los negros cubanos, Obama representa el acceso a una posición de poder político que les ha sido vedada por la cúpula blanca de la Revolución (AP)

¿Dónde los negros y mestizos ocupan la mayoría? No en las universidades, ni en la comunidad científica, menos aún en los sectores emergentes de la economía –empresas extranjeras, turismo, emprendimientos privados que generan altos ingresos—ni en los puestos de dirección de la economía o el aparato político. En cambio, las personas no blancas abundan en los barrios más pobres, entre los empleados peor pagados, en los recovecos del mercado subterráneo, detenidos en las estaciones de policía… El 85 por ciento de los presos en Cuba desciende de esclavos africanos.

Las reformas de Raúl Castro han acentuado la desigualdad racial. Las familias blancas reciben la abrumadora mayoría de las remesas que han inyectado fondos al incipiente sector privado. Los negros y mestizos cuentapropistas suelen desempeñar oficios tradicionales como carretilleros, zapateros, limpiabotas… La deficiente formación profesional en ese grupo poblacional también ha puesto una zancadilla a sus aspiraciones de acceder a las nuevas oportunidades del mercado de trabajo.

Por eso el mensaje de Obama, un mestizo criado por una madre soltera sin demasiados recursos, ha provocado tanto revuelo en la isla, más allá de la confrontación política entre La Habana y Washington. El mandatario estadounidense representa para los cubanos negros y mestizos la realización de una promesa que los líderes de la Revolución jamás han cumplido.