Una semana mortal revela dónde comienza la crisis migratoria - y dónde termina

SAN LUIS RÍO COLORADO, México – El sol todavía se escondía tras el horizonte oscuro del desierto cuando Jaime Escalante Galvez, su esposa Leydi González y su hija de 30 meses, Adriana, se deslizaron a través de un hoyo del tamaño de un cubo debajo de una cerca fronteriza y se escurrieron dentro de los Estados Unidos.

Read this story in English

La familia guatemalteca viene escapando de la pobreza y, según ellos, de matones armados que regularmente se roban la mitad del salario semana de $45 que Escalante recibía como chofer de un minibus. Los Estados Unidos prometen una vida mejor, seguridad, estabilidad.

O por lo menos eso esperan.

MESA, Ariz.  – Leydi González, 29, lleva en brazos a su hija, Adriana Escalante González, 2, camino al Aeropuerto Internacional Sky Harbor el 25 de junio del 2019.
MESA, Ariz. – Leydi González, 29, lleva en brazos a su hija, Adriana Escalante González, 2, camino al Aeropuerto Internacional Sky Harbor el 25 de junio del 2019.

Apenas unas horas después, en la empinada orilla de un río 1,300 millas al este, Óscar Martinez y su hija de 23 meses, Valeria, se metieron en el arremolinado Río Grande en Matamoros, México. Ellos habían dejado su El Salvador nativo dos meses antes y terminaron en un abarrotado refugio fronterizo con cientos de otros inmigrantes. Desesperado y frustrado, Martínez había decidido probar su suerte en el río.

Pero la corriente poderosa se los lleva. Su esposa, quien observa con horror, grita desde la orilla del río. Equipos de búsqueda encuentran sus cuerpos 12 horas más tarde, 500 yardas río abajo. El pequeño brazo de Valeria todavía aferrado al cuello de su padre. Muy pronto la foto de sus cuerpos hinchados por el agua del río le dará la vuelta al planeta.

Dos familias. Dos escenas. Una que apenas mereció atención, la otra inolvidable.

SAN MARTÍN, El Salvador  – Rosa Ramírez llora al ver una foto sacada de las redes sociales de su hijo Óscar Alberto Martínez Ramírez, 25, su nineta Valeria, de casi 2 años, y su nuera Tania Vanessa Avalos, 21, mientras habla con periodistas en su casa el 25 de junio del 2019.
SAN MARTÍN, El Salvador – Rosa Ramírez llora al ver una foto sacada de las redes sociales de su hijo Óscar Alberto Martínez Ramírez, 25, su nineta Valeria, de casi 2 años, y su nuera Tania Vanessa Avalos, 21, mientras habla con periodistas en su casa el 25 de junio del 2019.

Ambos momentos salieron a la superficie durante la semana en que la red USA TODAY desplegó equipos con más de 30 periodistas para comenzar una evaluación integral de la crisis migratoria a lo largo de la frontera del sur de los Estados Unidos y más allá. Un esfuerzo sin precedentes que reveló un sistema migratorio al borde del colapso.

Por siete días, nuestros equipos de reporteros documentaron -hora hora, escena por escena- la problemática compleja que se ha combinado para crear un escenario precario para los Estados Unidos y las naciones al sur que tienen que lidiar con inmigrantes indocumentados. Las consecuencias e implicaciones son claramente visibles en unos momentos y peligrosamente escondidas en otros:

Agotados y exhaustos grupos de ayuda luchando por manejar refugios que se ahogan con el doble de la gente que son capaces de atender. Agentes fronterizos empujados a asumir roles para los que no han sido entrenados. Cortes migratorias abrumadas -con números de casos inmanejables y ninguna posibilidad de justicia rápida. Gobiernos locales luchando por dar comida y alojamiento -con sus propios recursos- a inmigrantes abandonados en sus ciudades por el gobierno estadounidense, con costos que se elevan por encima de los millones. Y, día tras día, inmigrantes que encaran la muerte y un mar de dificultades en su búsqueda por una vida mejor.

Durante ese esfuerzo de una semana - del 24 al 30 de junio-, equipos reportaron desde cuatro países y seis estados de los EEUU. Viajaron más de 20,000 millas -incluyendo las tierras altas en Guatemala, el Palacio Nacional en Ciudad de México, lugares en ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México, cortes migratorias en Los Angeles y las cámaras legislativas en Washington D.C. - excavando profundo en una crisis que tiene años gestándose.

Anteriores mandatarios estadounidenses han tenido que lidiar con las olas de inmigrantes que llegan a nuestras fronteras. Pero las acciones del gobierno federal desde que el presidente Donald Trump asumiera el poder en el 2017 -que incluyen límites a las peticiones de asilo y separar a los niños de sus familias - han dejado a los oficiales fronterizos mal equipados para responder y han puesto las vidas de los inmigrantes en riesgos innecesarios, creando un escenario que no sirve a nadie, de acuerdo con representantes de los gobiernos locales, abogados de inmigración, residentes de la frontera y expertos en políticas migratorias.

"Esto no ha sido tratado como una respuesta de emergencia integral de todo el gobierno," dijo Theresa Brown del Bipartisan Policy Center en Washington D.C. "Se ha tratado como un problema de seguridad fronterizo. Y eso ha exacerbado el problema."

EL PASO, Texas - Un nino Guatemalteco corre al lado de una cerca en la frontera entre El Paso y Ciudad Juarez el Viernes, Junio 28, 2019. El nino, no estando seguro si ha llegado al los Estados Unidos, trata de evadir el ejercito Mejicano mientra busca una manera de adentro del E.E.U.U.
EL PASO, Texas - Un nino Guatemalteco corre al lado de una cerca en la frontera entre El Paso y Ciudad Juarez el Viernes, Junio 28, 2019. El nino, no estando seguro si ha llegado al los Estados Unidos, trata de evadir el ejercito Mejicano mientra busca una manera de adentro del E.E.U.U.

Este año, la gran cantidad de inmigrantes que han llegado -especialmente familias- superó la capacidad de las instalaciones de la Patrulla Fronteriza. En los primeros seis meses del 2019, agentes federales arrestaron a 534,758 inmigrantes en la frontera suroeste -la cifra de capturas en seis meses más alta de cualquier año desde el 2008, de acuerdo con cifras de la Patrulla Fronteriza. El gobierno ha notado que las detenciones bajaron en agosto, comparado con la cifra del año anterior, y apunta a esto como una señal de que la administración Trump ha logrado disminuir el flujo de inmigrantes. Pero todavía no está claro si esta baja de un mes va a continuar.

La semana comenzó con la muerte de un padre y su hija. Terminó con cinco muertes más de inmigrantes registradas en los Estados Unidos y innumerables muertes de otros en el camino. Durante ese tiempo, una joven madre se desencantará de la vida en Estados Unidos y considera regresar a casa. Autoridades federales liberarán a miles de inmigrantes, quienes abordarán autobuses y aviones y se esparcirán por ciudades y pueblos a lo largo de los Estados Unidos. El director de un refugio luchará por prevenir que los inmigrantes a su cargo se conviertan en víctimas de secuestros o violaciones. Una familia en El Salvador enterrará a sus seres queridos.

Y cada día, más inmigrantes comenzarán su viaje hacia el norte.

Lunes, 24 de junio

7 a.m. - Escalante, González y Adriana se despertaron en la Estación de la Patrulla Fronteriza en Yuma, Arizona, conocida como la hielera o la "heladera" por sus bajas temperaturas.

La mañana anterior, luego de escurrirse dentro de los Estados Unidos, la familia guatemalteca caminó bajo un sol inclemente hasta que fueron recogidos por agentes de la Patrulla Fronteriza, junto a otros 35 inmigrantes. Los agentes los enviaron a la estación de Yuma.

La familia pasó la noche en celdas de cerca de alambre separadas. Escalante, 35, compartió una sola botella de jugo con otros 50 hombres hacinados en su celda. González, 29, y Adriana temblaron de frío toda la noche en el piso de otra celda, tratando de dormir de lado porque con tanta gente el espacio no daba para más y abrazadas para darse calor. Los pies de otra mujer le rozaban la cara a González.

No había colchones ni jabón en los baños.

9:30 a.m. - Andrea Delgado, una trabajadora de la salud mexicana, se arrodilla en el piso del refugio Alfa y Omega en Mexicali, México, al otro lado de la frontera con Calexico, California. Con cuidado, sostiene los dedos de Maritza Salazar López, de seis años, y se inclina para pincharlos. "Voy a ser muy rápida," promete Delgado.

MEXICALI, México –Marisela López, 28, carga en brazos a su hija de 6 años, Maritza Salazar López, mientras Andrea Delgado, representante del Ministerio de Salud de Baja California, le saca sangre por un dedo el 24 de junio del 2019. Delgado estaba haciendo exámenes para descartar malaria en el regio de inmigrantes Casa de Ayuda Alfa y Omega.
MEXICALI, México –Marisela López, 28, carga en brazos a su hija de 6 años, Maritza Salazar López, mientras Andrea Delgado, representante del Ministerio de Salud de Baja California, le saca sangre por un dedo el 24 de junio del 2019. Delgado estaba haciendo exámenes para descartar malaria en el regio de inmigrantes Casa de Ayuda Alfa y Omega.

Maritza ha estado vomitando y tiene fiebres recurrentes. Las autoridades sanitarias quieren comprobar si tiene malaria.

Maritza y su madre, Marisela López, llegaron al refugio en marzo, cuando oficiales de inmigración estadounidenses las enviaron de vuelta a Mexicali siguiendo las reglas de los Protocolos de Protección del Inmigrante de la administración Trump. Estas políticas, puestas en vigor el año pasado, requieren que todos los que piden asilo a lo largo de la frontera del sur y que no son ciudadanos mexicanos deben regresar a México para esperar su día en las cortes de inmigración, algo que puede demorar meses.

López y su hija huyeron de Guatemala para reunirse con el padre de Maritza en Maryland. Tras llegar a México, madre e hija contrajeron varicela durante un brote en el refugio. López no pudo asistir a su primera audiencia de asilo en mayo porque, según ella dice, oficiales estadounidenses le vieron las marcas en la cara y el cuerpo y le negaron la entrada al país. Ella no sabe cómo pedir una nueva audiencia en la corte.

En Alfa y Omega, la gente lava su ropa en una bañera grande y luego cuelga la ropa mojada en cualquier rincón que encuentra. Algunos buscan sombra para protegerse del sol inclemente. Al caer la tarde, los trabajadores del refugio hacen una gran olla de sopa y le ofrecen tazones a los inmigrantes.

Maritza recibe de premio dos chupetas al terminar su evaluación. Esa noche, con un calor que se eleva más allá de los 100 F y sin aire acondicionado en el refugio, Maritza y su madre se aprietan junto a otros 450 inmigrantes y duermen en el suelo sobre delgadas colchonetas, rodeadas de sus escasas pertenencias.

9:52 a.m. - La sala de audiencias de la juez Lori Bass en el 17avo piso de la Corte de Inmigración de los Angeles está repleta. Entre los presentes está Yenelin Guadalupe García Solval, 19, de Guatemala, y quien ha vivido por más de dos años en Anaheim, California, con su madre y su padrastro. Ella y su hermano Elvis, 14, escaparon de un padre maltratador y cruzaron la frontera para vivir con su madre.

En junio, el caso de inmigración de García Solval era uno de los más de 908,000 pendientes en Estados Unidos, de acuerdo con el TRAC Immigration Project de Syracuse University en Nueva York. Eso es más del doble de los casos que estaban pendiente en todo el país hace sólo tres años.

Fuera de la corte, la fila comienza a las 6:30 a.m. Inmigrantes -algunos acompañados por sus abogados y todos vestidos con atuendos apropiados para un día en la corte - esperan pacientemente a que se abran las puertas del edificio.

La jueza Ashley Tabaddor, líder de la Asociación Nacional de Jueces de Inmigración, dice que ella y otros colegas están ahogándose en la cantidad de casos pendientes. Más de 40 carpetas gruesas de casos todavía sin revisar esperan en una torre encima del sofá color granate que decora su oficina en Los Angeles. Tabaddor dice que el número de casos atrasados es desalentador. El gobierno federal espera que ella complete 700 casos al año.

"Ellos realmente no toman en cuenta el tiempo fuera de la corte que necesitamos y que, como tu bien puedes ver, es considerable," dice Tabaddor, al tiempo que levanta en su mano una montaña de papeles y los vuelve a colocar encima del sofá.

Dentro de la sala de audiencias de Bass, García Solval le dice al juez que ella está pidiendo asilo porque es lesbiana. En Guatemala, ella dice, esto significa que ella es acosada en la escuela y en todos lados.

Mientras Bass revisa sus notas, el único sonido que se escucha en la sala es el de una máquina copiadora y el ruido de papeles. Finalmente, la juez se inclina para hablar en el micrófono.

"Su caso se cierra porque la petición de asilo ha sido solicitada," dice Bass. Agrega: "Felicidades."

Una sonrisa se extiende por la cara de García Solval.

1:45 p.m. - La hondureña Elsa Ondina salpica agua de un bote de basura sobre su hija de 8 años y su hijo de 5. Es el agua acumulada del goteo de un aire acondicionado en el patio del refugio para inmigrantes de la Val Verde Border Humanitarian Coalition en Del Rio, Texas. Usando jabón, Ondina enjuaga la carita de un niño y luego del otro.

DEL RIO, Texas – Un migrante se baña usando el agua sucia que descarga una unidad de aire acondicionado rota en el Centro de la Coalición Humanitaria de la Frontera Val Verde el 25 de junio del 2019, mientras esperaba por un autobús que lo transportara al Centro de Recursos para Inmigrantes de San Antonio.
DEL RIO, Texas – Un migrante se baña usando el agua sucia que descarga una unidad de aire acondicionado rota en el Centro de la Coalición Humanitaria de la Frontera Val Verde el 25 de junio del 2019, mientras esperaba por un autobús que lo transportara al Centro de Recursos para Inmigrantes de San Antonio.

La familia llegó al refugio el día anterior. De modales suaves, Ondina dice que salió de Honduras para escapar de la violencia de los pandilleros. Sus hijos no podían ir al colegio y vivían con miedo.

Desde su llegada a Del Rio, los baños han sido muy pocos. Hoy las duchas del refugio están cerradas con llave.

"No use esa agua - está sucia," le dice uno de los voluntarios a Ondina en español.

Ella se encoge de hombros y salpica más agua jabonosa en su hijo.

2:41 p.m. - El agente de la Patrulla Fronteriza Mario Escalante detiene su camioneta a lo largo de una cerca fronteriza en El Paso, Texas, cuando ve a una mujer con dos niños sentada cerca. La mujer dice que alguien en México trató de detenerlos. Como no sabían sis e trataba de militares mexicanos o narcotraficantes, ella y sus hijos corrieron a través del Río Grande hacia los Estados Unidos. El río estaba llano y la maleza alta.

"Está bien, ya estás en los Estados Unidos," le dice Escalante en español.

Escalante creció en El Paso cuando el río era más ancho y no había cercas. El cruzaba el puente internacional a Juárez con su abuelo, quien era dueño de un negocio allí. Nunca pensó que algún día terminaría patrullando la frontera.

Escalante transporta a la familia a un centro de procesamiento cerca del puente internacional de Paso del Norte. "Al final del día," dice, "Tenemos que hacer el trabajo."

3.45 p.m. - Esperanza Panameño, 34, y su esposo, Carlos Salinas, 43, se acurrucan en el refugio del Buen Pastor, en las afueras de Juárez, y consideran la deuda emitida por el banco que pesa sobre sus cabezas.

Para financiar el viaje a la frontera con EEUU desde su nativo El Salvador, la pareja tomó más de $4,000 en préstamos del Banco de Fomento Agropecuario, una entidad estatal que provee fondos para agricultores a bajo interés. Muchos inmigrantes usan el dinero para huir al norte.

TAPACHULA, México – Familias migrantes centroamericanas viven en el refugio Jesús El Buen Pastor mientras esperan por una visa para continuar su camino al norte, hacia los Estados Unidos.
TAPACHULA, México – Familias migrantes centroamericanas viven en el refugio Jesús El Buen Pastor mientras esperan por una visa para continuar su camino al norte, hacia los Estados Unidos.

Ellos dicen que el banco les cobra 9% de interés. Una entidad privada, la Caja de Crédito, les cobra 42% de interés por otro préstamo de $2,000, según ellos.

La pareja y sus tres hijos cruzaron a los Estados Unidos en junio, pasaron 5 días detenidos en El Paso, y luego fueron enviados de regreso a Juárez de acuerdo a las disposiciones del Protocolo de Protección de Inmigrantes a esperar la audiencia para su petición de asilo.

La primera comparecencia ante el juez está programada para diciembre - dentro de seis meses.

Panameño dice que el crimen organizado domina todos los aspectos de la vida en su pueblo, incluyendo el derecho a lavar la ropa en un río cercano. Pero esperar en México les parece todavía más riesgoso. Ella y su esposo están considerando regresar a El Salvador, a pesar de las consecuencias.

"Allá estábamos condenados," dice. "Vinimos acá buscando una vida mejor."

Martes, 25 de junio

8 a.m. - En McAllen, Texas, el alcalde Jim Darling revisa los correos eléctronicos de la Patrulla Fronteriza y grupos sin fines de lucro con actualizaciones sobre la ola de inmigrantes que llegan cada día a su ciudad.

El Valle del Río Grande ha absorbido la mayoría de la oleada de inmigrantes indocumentados: 43,205 aprehensiones ocurrieron en la zona en junio, más del doble que en ningún otro sector a lo largo de la frontera, según estadísticas de la Patrulla Fronteriza. La ciudad ha colocado barricadas en el puente internacional para frenar el flujo de migrantes cruzando a McAllen, estrechando cuatro vías a una sola y casi paralizando el comercio binacional.

MCALLEN, Texas – Un menor de edad que viaja solo desde Guatemala es detenido por la Patrulla Fronteriza en el sector del Valle del Río Grande el 25 de junio del 2019. El niño viajaba con un grupo pero se perdió una vez cruzaron ilegalmente dentro de los Estados Unidos.
MCALLEN, Texas – Un menor de edad que viaja solo desde Guatemala es detenido por la Patrulla Fronteriza en el sector del Valle del Río Grande el 25 de junio del 2019. El niño viajaba con un grupo pero se perdió una vez cruzaron ilegalmente dentro de los Estados Unidos.

La ciudad ha perdido cerca de $100,000 en ingresos por peaje a consecuencia del cierre de los canales. Los negocios locales, muchos de los cuales dependen de bienes y clientes mexicanos, han visto sus ventas reducirse.

"Esperamos que el gobierno mexicano controle la frontera al sur pero nosotros no podemos siquiera controlar un canal en un puente," dice Darling, que no se identifica ni como demócrata ni como republicano.

Estos dilemas migratorios no son nuevos para Darling. En el 2014, la ciudad gastó más de $600,000 en proveer tiendas de campaña, transporte y duchas portátiles para Catholic Charities, un grupo local que provee ayuda a los inmigrantes, mientras olas de menores que viajaban solos llegaron a la frontera. El alcalde intentó obtener un reembolso del gobierno federal por los gastos, pero dice que apenas recibió $175,000.

Algunas ciudades de Estados Unidos han causado controversias al proclamarse "ciudades santuario," donde la policía tiene prohibido preguntar a la gente sobre su estatus migratorio o cooperar con agentes federales. Una ley del estado de Texas prohíbe que las ciudades se nieguen a cooperar con las autoridades federales de inmigración.

"Nos han criticado mucho por ser una ciudad santuario y hemos dicho, 'No somos una ciudad santuario y deberían estar agradecidos por lo que está pasando aquí'," dice Darling.

8:18 a.m. - En su conferencia de prensa diaria en el ala norte del Palacio Nacional, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador dice que desplegará 15,000 soldados y policías federales en la frontera con Estados Unidos.

Preguntas sobre la aplicación de las leyes migratorias mexicanas se han vuelto rutina en las ruedas de prensa mañaneras desde que el gobierno se comprometiera con la administración Trump para reducir el número de inmigrantes que llegan a la frontera binacional.

TAPACHULA, México –Un efectivo de la Guardia Nacional mexicana observa mientras un oficial de inmigración de ese país aborda un autobús que viajaba en dirección norte por la Autopista de la Costa Pacífica cerca de Tapachula. En junio, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, bajo presión de Washington, envió la Guardia Nacional a ayudar a las autoridades migratorias en los esfuerzos por bloquear el paso de migrantes centroamericanos hacia Estados Unidos.

Reporteros preguntan si México está simplemente obedeciendo las órdenes de la administración Trump.

"Tenemos que evitar una confrontación con Estados Unidos," dice el presidente, quien también agrega: "No queremos una guerra comercial, no queremos confrontación. Tenemos que actuar con moderación."

Horas después, el presidente Trump respondió preguntas de otros reporteros acerca de la seguridad fronteriza. Lamentando cómo los carteles de la droga y los coyotes se aprovechan de los inmigrantes, dijo, "es horrible lo que le están haciendo a niños."

"Así que yo quiero agradecerle a México," dice Trump. "Hay hecho un gran trabajo. Nosotros apreciamos lo que están haciendo."

8:56 a.m. - Dos docenas de familias llegan a la Iglesia Cristiana El Buen Pastor en Mesa, Arizona. Vienen de México, Honduras, Guatemala, Belize y Cuba, y recientemente fueron liberados por agentes federales de inmigración. Algunos llevan grilletes electrónicos. Permanecerán en los Estados Unidos mientras se deciden sus casos de asilo.

El pastor Héctor Ramírez les recuerda que es importante mantener sus documentos organizados y no prestarlos a nadie. También recalca la importancia de presentarse a todas las audiencias de la corte y no tener miedo a la policía. Le aconseja a una familia que se dirige a la Florida que eviten nadar mientras llevan los grilletes electrónicos. Algunas familias salen a comprar billetes de autobús que los lleven a su destino final.

Catorce inmigrantes se acercan al altar y se arrodillan para rezar. Muchos están llorando, sus pechos temblando por el esfuerzo de contener los sollozos.

MESA, Ariz. – Migrante escuchan al pastor Héctor Ramírez el 25 de junio del 2019 en la Iglesia Cristiana El Buen Pastor.
MESA, Ariz. – Migrante escuchan al pastor Héctor Ramírez el 25 de junio del 2019 en la Iglesia Cristiana El Buen Pastor.

12:41 p.m. - En lo que fue un hangar durante la Segunda Guerra Mundial, Anthony Torres, pastor de la iglesia de Alamogordo Mountain View en Deming, Nuevo México, reparte cajas de poliestireno llenas con fajitas, frijoles y arroz a inmigrantes hambrientos que buscan asilo. El hangar se ha convertido en el refugio temporal de 7,000 -el equivalente a la mitad de la población permanente de Deming.

Hasta mayo, la Patrulla Fronteriza había liberado a 170 inmigrantes en la ciudad, desbordando las capacidades de la iglesia y otros locales. Ese mismo mes el concejo municipal aprobó por unanimidad declarar estado de emergencia.

Esta comunidad de ideología conservadora es una de las más pobres del país, con un ingreso promedio por hogar de $25,428, comparado con el promedio nacional de $57,652.

DEMING, N.M. – Niños juegan afuera de un refugio temporal el 25 de junio del 2019. Este refugio recibe mayormente a familias centroamericanas y brasileñas que buscan asilo.
DEMING, N.M. – Niños juegan afuera de un refugio temporal el 25 de junio del 2019. Este refugio recibe mayormente a familias centroamericanas y brasileñas que buscan asilo.

El pastor dice no saber si está siendo testigo de una crisis, sólo que la gente necesita ayuda. "Cada iglesia necesita responder a todas las necesidades de las personas," dice Torres.

Torres cita a Mateo 25: 35-40, un versículo de la Biblia pintado en las puertas de la cocina portátil que describe el mandato divino de dar comida, bebida y ropas a los que lo necesitan.

Kevin Villanueva, 22, de Honduras, se sienta a la mesa con su hijo de 5 años, Carlos, y comienza a comer. Días antes, cargó a Carlos en sus espaldas y se lanzó a atravesar el Rio Grande hacia los Estados Unidos. Su esposa e hija cruzaron dos días más tarde pero él no las ha visto desde entonces.

Villanueva tiene esperanzas de que la familia volverá a reunirse pronto pero no tiene manera de saber. No tienen teléfonos celulares. Los cuatro salieron de Honduras hace un año escapando de grupos criminales, dice.

"Yo sólo quiero una oportunidad," dice. "Dios mediante, tendré una oportunidad."

Para llegar a los Estados Unidos, Villanueva y su esposa trabajaron en pequeños negocios y tiendas a lo largo del camino. La policía mexicana fue la peor, dice Villanueva. Le pegaban y trataban de extorsionarlo y quitarle el dinero que había ganado, dice.

"Ellos decían, 'te puedo matar y tirarte al río que a nadie le va a importar'," dice Villanueva.

DEMING, N.M. – Un padre y su hija toman una siesta juntos en el refugio de inmigrantes de Deming el domingo 30 de junio del 2019.
DEMING, N.M. – Un padre y su hija toman una siesta juntos en el refugio de inmigrantes de Deming el domingo 30 de junio del 2019.

3:15 p.m. - En Del Rio, inmigrantes toman asiento en sillas plegables colocadas en el lobby de la organización sin fines de lucro Val Verde Humanitarian Border Coalition. Uno de los voluntarios, Mario Hernandez, da instrucciones en español.

Esta ciudad de Texas de aproximadamente 36,000 residentes tiene una gasolinera Stripes que también funciona como parada de la línea de autobuses Greyhound. Hernandez explica que los inmigrantes deben pagar $45 cada uno por transporte hasta San Antonio, donde tienen mejores opciones para reunirse con familiares o amigos mientras esperan a que sus casos de asilo se decidan.

Algunos inmigrantes -casi todos son haitianos y de África occidental, asienten. Otros simplemente miran a Hernandez, sin ningún signo visible de que han comprendido lo que dijo.

En el sector Del Río de la Patrulla Fronteriza, el número de familias detenidas ha aumentado más de 1,100% en lo que va de año fiscal - 30,00 familias, comparadas con 2,500 retenidas el año anterior.

En las últimas semanas, la mayoría de los inmigrantes han llegado a Estados Unidos a través de México. Hoy, por primera vez, voluntarios le dieron la bienvenida a un grupo de Nigeria.

El refugio a veces utiliza los servicios de un voluntario franco-parlante para comunicarse con los migrantes pero la disponibilidad de este traductor es limitada. La mayoría de los haitianos sabe suficiente español como para entender lo que está diciendo Hernandez. Pero otros no tienen tanta suerte.

Finalmente un hombre nigeriano levanta la mano. "¿Hablas inglés?," pregunta.

SAN LUIS, Ariz. – Mientras el día abre paso a la noche, el agente de la Patrulla Fronteriza Jose Garibay maneja su camioneta a lo largo del de la frontera del sur con las luces apagadas para que vigilantes de los contrabandistas no puedan ver su vehículo desde el lado mexicano.
SAN LUIS, Ariz. – Mientras el día abre paso a la noche, el agente de la Patrulla Fronteriza Jose Garibay maneja su camioneta a lo largo del de la frontera del sur con las luces apagadas para que vigilantes de los contrabandistas no puedan ver su vehículo desde el lado mexicano.

4:09 p.m. - Tres soldados mexicanos y un oficial de la Policía Federal, estacionados debajo de un puente ubicado a cinco millas al norte de Tapachula en la Autopista de la Costa Pacífica (Carretera Federal 200) mexicana, detienen a una camioneta pick up roja que viaja en dirección norte. Un oficial de inmigración mexicano que acompaña a los soldados le hace preguntas a los pasajeros y luego los deja pasar.

Los soldados son parte de la recién formada Guardia Nacional - la repuesta del presidente mexicano a las olas de inmigrantes indocumentados que pasan día a día por el país.

TAPACHULA, México – Tropas de la Guardia Nacional mexicana vigilan mientras efectivos de inmigración interrogan a dos pasajeros que viajaban en una camioneta pickup en sentido norte por la autopista cerca de Tapachula.
TAPACHULA, México – Tropas de la Guardia Nacional mexicana vigilan mientras efectivos de inmigración interrogan a dos pasajeros que viajaban en una camioneta pickup en sentido norte por la autopista cerca de Tapachula.

Los soldados no están entrenados en leyes de inmigración y han creado más bien congestiones de miles de inmigrantes en lugares como Tapachula, dice Enrique Vidal, abogado de inmigración y activista. El gobierno mexicano "está tratando de deportarlos rápidamente sin darles la oportunidad de presentar sus casos," dice.

En el punto de control, las patrullas detienen a todos los carros que les parecen sospechosos. Este es un corredor popular entre los migrantes que viajan hacia los Estados Unidos.

¿Qué pasa cuando encuentran inmigrantes?

"Los rescatamos," dice el oficial de inmigración, queriendo decir que los llevan a una estación de inmigración en las afueras de Tapachula. De ahí, su destino es muchas veces desconocido.

4:20 p.m. - El pastor Hector Silva camina entre las filas de tiendas de campaña en el patio del refugio Senda de Vida en Reynosa, México, justo al otro lado de la frontera con McAllen.

Inmigrantes de Cuba, Venezuela, Guatemala, Honduras y África occidental descansan en las tiendas de campaña a pesar de los 98 grados fahrenheit de calor. El refugio, construido con una capacidad de 500 personas, últimamente alberga a 800 o más.

Desde que la administración Trump comenzará sus medidas de contención en la frontera -solo permitiendo el ingreso de un pequeño número de inmigrantes que entran cada día a oficializar sus peticiones de asilo- Reynosa se ha convertido en un embudo, donde miles de inmigrantes deben aprender a sobrevivir en una de las ciudades más peligrosas de México, entre carteles de la droga y pandillas armadas. Los oficiales de inmigración mexicanos ponen las cosas peores, dice Silva, al seleccionar al azar quién puede cruzar y quién debe quedarse otro día más.

Inmigrantes en este refugio han sido secuestrados, golpeados y extorsionados por dinero cuando se han atrevido a salir, dice Silva. Algunos han estado esperando por más de tres meses para reunirse con oficiales de inmigración estadounidenses, agrega.

"Estamos presenciando una crisis," dice, "y la crisis es la espera."

En febrero, 60 organizaciones no gubernamentales de México, Centroamérica y los Estados Unidos enviaron una carta del Departamento de Seguridad Nacional denunciando el programa "Permanecer en México." La carta dice: "Organizaciones de la sociedad civil y refugios de inmigrantes han documentado múltiples casos de tortura, asesinatos, desapariciones, secuestros, robos, extorsiones y violencia sexual y de género que inmigrantes y solicitantes de asilo padecen en manos de grupos criminales en México."

REYNOSA, México– Los residentes de Senda De Vida Casa Del Emigrante tienen que vivir en condiciones de hacinamiento mientras esperan varios meses a ser llamados por las autoridades de inmigración estadounidenses para comenzar su petición de asilo.
REYNOSA, México– Los residentes de Senda De Vida Casa Del Emigrante tienen que vivir en condiciones de hacinamiento mientras esperan varios meses a ser llamados por las autoridades de inmigración estadounidenses para comenzar su petición de asilo.

Erner Luis Avila y su esposa Yeslin Soto llegaron a Reynosa desde Cuba hace dos semanas. Antes de siquiera llegar al centro de inmigrantes, fueron secuestrados por pistoleros y llevados a una casa en las afueras del pueblo, dice Avila, quien agrega que familiares les transfirieron $3000 para su liberación.

"Nunca pensamos que algo así nos podía pasar a nosotros aquí, tan cerca de los Estados Unidos," dice Avila. "Estamos aterrados."

4:40 p.m. - Óscar Gutiérrez, 25, de Honduras, carga una bolsa de cemento de 80 libras al hombro en una casa en construcción en un barrio afluente en Memphis, Tennessee.

Gutiérrez entró a los Estados Unidos sin documentos el año pasado. No tiene permiso para trabajar mientras espera por la audiencia para discutir su petición de asilo - pero eso no ha impedido que negocios lo contraten.

"Una semana pago al abogado," dice en español. "Otra semana, pago la renta. Otra semana, pago el carro. Otra semana, le tengo que mandar dinero a mi hija."

Gutiérrez ha acumulado una deuda de $9,000 en sus esfuerzos por venir a los Estados Unidos junto a su novia y su hija. El sabía muy poco de construcción cuando comenzó. Gana $12 la hora y trabaja alrededor de 55 horas a la semana.

Dice, con una sonrisa, que se siente bien. "Siempre."

El vierte el concreto en un hueco para sostener los palos de una cerca, levantando una pequeña nube de polvo, luego agrega agua y lo mezcla todo con un palo largo, agregando piedras antes de moverse al hueco siguiente.

9:30 p.m. - Semanas antes de iniciar el viaje con su familia hacia los Estados Unidos, Leydi González, la mujer que se escurrió a través del hoyo en la valla fronteriza, le prendía velas a la Virgen de Guadalupe pidiéndole que pudieran salir de Guatemala. "Mucha gente cruza pero también hay muchas que no lo logran," dijo, refiriéndose a aquellos que son secuestrados, deportados o mueren en el camino.

NEWARK, N.J. –  Leydi González, 29, a la izquierda, y Jaime Escalante Galvez, 35, ven videos con su hermano, Abner González, 22, en el Aeropuerto Internacional Newark Liberty.
NEWARK, N.J. – Leydi González, 29, a la izquierda, y Jaime Escalante Galvez, 35, ven videos con su hermano, Abner González, 22, en el Aeropuerto Internacional Newark Liberty.

Ahora, después de haber presentado su solicitud de asilo y ser liberada de un centro de detención estadounidense, González aborda el vuelo que la llevará de Arizona a reunirse con familiares en Newark, Nueva Jersey, en compañía de su esposo, Jaime Escalante, y de su hija. El avión asciende, dejando atrás las luces brillantes de Phoenix. Jaime y Leydi beben coca-colas gratis que les dan en el vuelo y ríen calladitos. Lo lograron.

Seis horas más tarde, González abraza a su hermano mayor, Elder González, en el área de reclamo de equipaje del Aeropuerto Internacional de Newark Liberty. Es la primera vez que se ven en seis años.

Su hijita, Adriana, sonríe cuando ve a su otro tío, Abner. Hasta ahora el no había sido nada más que una imagen en el teléfono de su madre durante las charlas por videoconferencia semanales a través de WhatsApp.

Mientras la familia celebra el haberse reunido de nuevo, Escalante se sube el ruedo del pantalón para mostrar el grillete electrónico que le colocaron. Tiene un chequeo de inmigración el próximo jueves y espera que se lo puedan quitar ahí.

YUMA, Ariz. – Este grupo de migrantes -tres adultos y un niño - cruzaron el río desde México a plena vista de los AZ Patriots. Varios miembros del grupo, incluyendo una mujer nacida en México llamada Paloma Zuniga, quien ahora tiene doble nacionalidad, los persiguieron para tratar de detenerlos.
YUMA, Ariz. – Este grupo de migrantes -tres adultos y un niño - cruzaron el río desde México a plena vista de los AZ Patriots. Varios miembros del grupo, incluyendo una mujer nacida en México llamada Paloma Zuniga, quien ahora tiene doble nacionalidad, los persiguieron para tratar de detenerlos.

Miércoles, 26 de junio

6:10 a.m. - Un agente de la Patrulla Fronteriza descubre el cuerpo de una inmigrante en un canal cerca de Clint, Texas, durante el patrullaje de las mañanas. Es el noveno cuerpo que aparece en un canal cerca de El Paso desde principios de junio.

La Oficina del Sheriff del Condado de El paso identificó posteriormente a la mujer como Natividad Quinto Crisóstomo, de 19 años y nativa de Paracho, México, unas 1,000 millas al sur de donde fue encontrada.

En total, la Patrulla Fronteriza registró cinco muertes de inmigrantes durante la semana del 24 al 30 de junio en toda la frontera del suroeste. La cifra incluye: un cuerpo encontrado en el Río Grande, cerca del Eagle Pass; un hombre que murió al caer de un muro fronterizo cerca de Nogales, Arizona y un salvadoreño de 43 años que falleció mientras estaba bajo la custodia de funcionarios de inmigración. La agencia federal no cuenta los cuerpos que fueron encontrados por oficiales de la policía local, un número que de acuerdo a activistas es mucho mayor.

Otras muertes recientes, además de Óscar Alberto Martínez Ramírez y su hija Valeria, incluyen a tres hombres que fueron encontrados el 10 de junio en un tunel de agua cerca del muro fronterizo en El Paso y los cuerpos de una pequeña de alrededor de cinco años y un hombre que llevaba un chaleco salvavidas, que fueron encontrados en un canal al día siguiente.

Inmigrantes frecuentemente nadan a través de canales para llegar a los Estados Unidos. Algunos de ellos van en paralelo al Río Grande. Pueden tener hasta 10 pies de profundidad, con fuertes corrientes. Las muertes por ahogamiento aumentaron luego de se abrieran las compuertas de agua de las represas locales al Río Grande como parte del programa veraniego de irrigación.

9:17 a.m. - El agente de la Patrulla Fronteriza Marcelino Medina detiene su camioneta Chevy Tahoe blanca en un camino de tierra cerca del Parque Estatal Bentsen-Rio Grande Valley en Mission, Texas. El salta fuera del vehículo y corre hacia un grupo de árboles de mezquite y arbustos. Pronto se le unen el agente de la unidad canina Lorenzo Ochoa y Benicio, un perro malinois belga de 7 años.

En minutos, tienen acorralados a un grupo de inmigrantes que habían intentado esconderse echándose en el suelo. Tienen las ropas manchas de lodo y arañazos en la cara y los brazos.

MCALLEN, Texas – Agentes de la Patrulla Fronteriza detienen a migrantes que entraron a Estados Unidos de manera ilegal a intentaron evadir la captura. El sector del Valle del Río Grande es uno de los nueve sectores de la Patrulla Fronteriza a lo largo de la frontera suroeste de los Estados Unidos.
MCALLEN, Texas – Agentes de la Patrulla Fronteriza detienen a migrantes que entraron a Estados Unidos de manera ilegal a intentaron evadir la captura. El sector del Valle del Río Grande es uno de los nueve sectores de la Patrulla Fronteriza a lo largo de la frontera suroeste de los Estados Unidos.

“¡Abajo!” grita Ochoa. “¡Quédense abajo!”

Corren tiempo ocupados. El sector de Rio Grande tiene nueve estaciones de procesamiento diseñadas para acoger temporalmente a 3,363 inmigrantes. Actualmente, más de 8,000 personas están apiñadas en ellas. Aproximadamente mil más cruzan cada día desde México. "Es un reto," dice Medina.

Más tarde, el agente encuentra a otro grupo de 23 inmigrantes en un camino cerca del Río Grande. Sus ropas están manchadas de barro fresco, sus ojos cansados. La mayoría de ellos son mujeres y niños pequeños. Una mujer tiene nueve meses de embarazo y su fecha de parto es en solo cuatro días.

"¿Están bien?," les pregunta Medina en español. "¿Necesitan agua?" Luego se dirije a la mujer embarazada: "¿Necesitas ayuda?" Ella se toca la barriga y dice estar cansada pero bien.

Mientras los está procesando, otros 13 inmigrantes salen de los arbustos, seguidos pocos minutos después por otros seis. Medina llama al cuartel general por radio pidiendo apoyo de unidades de transporte.

10:51 a.m. - Una fotografía ampliada de los cuerpos de Óscar Martínez y su hija de dos años, Valeria, los salvadoreños que se ahogaron tratando de cruzar el Río Grande a principios de la semana, descansa en un caballete cerca del centro de la cámara del Senado en Washington D.C.

El líder de los demócratas en el Senado, Charles Schumer, se para tras un escritorio de madera en la primera fila de la cámara y gesticula repetidamente hacia la foto, ampliada a tamaño poster.

"Estos no son narcotraficantes ni vagabundos o criminales," dice Schumer. "Estas son personas que simplemente están tratando de escapar de una situación horrible en sus países de origen y buscan una vida mejor."

Schumer dice que estas muertes pudieron haberse prevenido si el padre y su hija hubieran podido aplicar para recibir asilo en los Estados Unidos desde sus propios países, algo que los demócratas han propuesto anteriormente. O si el gobierno estadounidense otorgara ayuda para estabilizar el gobierno de El Salvador. O si los puertos de entrada de los Estados Unidos contaran con el personal suficiente y jueces que pudieran oir los casos de asilo. "Esto es lo que está en juego," dice el senador.

Una horas más tarde, periodistas le preguntan al presidente Trump, en camino a un foro económico en Japón, acerca de la foto. "La odio," dice rotundamente.

El presidente culpa a los demócratas por no hacer más para cambiar las leyes de inmigración. "Y luego ese padre, que era probablemente un hombre maravilloso y su hija, cosas como esta no pasarían," dice Trump.

1:03 p.m. - En Tapachulas, Yulisa Almendarez, 26, hace tortillas a la leña mientras su hijo de 12 años, José, juega al fútbol con otros niños. Su hija Jasmine, de cinco años, se pega a las faldas de su madre, su naricita ampollada con una infección de la piel.

TAPACHULA, México –Migrantes centroamericanos hacen tortillas en el refugio Jesús El Buen pastor  en Tapachula, México, mientras esperan por una visa de tránsito para continuar su viaje al norte, hacia los Estados Unidos.
TAPACHULA, México –Migrantes centroamericanos hacen tortillas en el refugio Jesús El Buen pastor en Tapachula, México, mientras esperan por una visa de tránsito para continuar su viaje al norte, hacia los Estados Unidos.

La familia ha estado en el Albergue Jesús El Buen Pastor en México por más de un mes. Ubicado en las afueras del pueblo, el refugio es largo y estrecho, con un patio abierto donde niños juegan al fútbol y los adultos se sientan bajo los árboles para escapar el calor opresivo del día. El humo de la leña donde las mujeres cocinan cortillas y ollas de frijoles se acumula en el espacio.

Por las noches, los adultos duermen con sus niños en cuartos estilo dormitorios con literas - los hombres en un área, las mujeres en otra. El pequeño refugio está diseñado para acoger a 250 personas pero últimamente más del doble de esa cifra pasan sus días ahí.

Almendarez salió de Honduras en mayo, esperando llegar a Estados Unidos en septiembre. Su esposo murió abaleado por pandillas callejeras mientras caminaba a la tienda con su hijo para comprar unas sodas, dice ella. Vivían en una casa de madera de un solo cuarto. Ella ganaba cerca de 2,000 lempira al mes, el equivalente de $80, limpiando pisos.

"Hay muchos problemas," dice ella acerca de su país de origen.

Otros inmigrantes del centro esperan en una larga fila para ver a una enfermera. Unos se quejan de dolor de garganta y cabeza. Otros tiemblan de fiebre.

JUÁREZ, México –El guatemalteco Baltazar Izep ha decidido regresar a su país natal tras conocer que su petición de asilo no será escuchada en la corte de inmigración sino hasta febrero del 2020. Por los momentos, espera en el Albergue Para Migrantes el Buen Pastor en Juárez, en el estado mexicano de Chihuahua, mientras su familia trata de reunir suficiente dinero para el viaje de regreso a casa.

Edwin Morales, 33, de Guatemala, die que se horrorizó al ver la foto de Óscar Alberto Martínez Ramírez y de Valeria. Pero dice que la imagen no lo va a disuadir de continuar su camino al norte.

"La gente se va para sobrevivir," dice.

1:49 p.m. - José Mauricio Acosta Hernández aprovecha las duchas al aire libre de Casa Tochan, un refugio de inmigrantes en Ciudad de México. Se ha pasado la mañana haciendo malabarismos con pelotas y bolos en las esquinas de la metrópoli, un truco que aprendió de su tío en su Honduras natal.

Acosta Hernández, 25, salió de Tegucigalpa en enero con una caravana de inmigrantes luego de que bandas violentas trataran de reclutarlo para vender drogas. Cuando el grupo llegó a Ciudad de México, él y otros dos hombres juntaron sus recursos para comprar tickets de autobús a Matamoros, al otro lado de la frontera con Brownsville, Texas. Se fueron directamente al puente internacional pero un oficial de inmigración mexicano les dijo que tendrían que esperar hasta un año para ver a un representante del gobierno estadounidense.

Después de cuatro días, regresaron a Ciudad de México.

Ahora el trabaja en las calles para reunir suficiente dinero para traerse a su madre. Hoy hizo cerca de $3 con sus malabarismos.

3 p.m. - Oficiales de la Patrulla Fronteriza dirigen a un grupo de periodistas a través del centro de procesamiento temporal de inmigrantes ubicado en Clint, Texas. A principios de mes, un equipo de abogados ingresaron a las instalaciones y denunciaron condiciones pésimas, incluyendo niños con vómitos en sus camisas y adultos durmiendo sobre pisos de concreto. Los abogados hablaron con los detenidos, quienes reportaron pasar hasta 18 días en celdas sin ver la luz del sol, usando la misma ropa por días o semanas y falta acceso a cepillos de dientes o insumos sanitarios. Epidemias de flu, sarna y varicela son comunes.

La estación tiene entre sus paredes desde niños inmigrantes de apenas meses de edad a madres adolescentes.

Durante el tour para los medios, los niños permanecían sentados en el piso o en bancos de las celdas, separados del resto del edificio por pesadas puertas y ventanas de hierro. Un grupo de niños jugaban descalzos al fútbol mientras una televisión en la pared mostraba la película "Shrek." Ventiladores giraban lentamente en el techo.

A pocos pasos, cajas de cepillos de dientes desechables, biberones, shampoo para remover piojos, tazas de pudín, bolsitas de Kool-Aid y Capri Sun estaban apilados en una esquina. A principios de este año abogados de la administración Trump argumentaron ante las cortes que el gobierno estadounidense no estaba en la obligación de proveer cepillos de dientes y jabón a inmigrantes durante estadías cortas.

PHOENIX - Pedro Chilel Ramírez, 22, dejó Ixchiguan cuando tenía 17 años. Viene de un pequeño pueblo en el altiplano occidental de Guatemala.
PHOENIX - Pedro Chilel Ramírez, 22, dejó Ixchiguan cuando tenía 17 años. Viene de un pequeño pueblo en el altiplano occidental de Guatemala.

Jueves, 27 de junio

7 a.m. - La multitud congregada en el puerto de entrada de El Chaparral, que conecta al condado de San Diego con México, se calla cuando un hombre -otro inmigrante- empieza a llamar gente con un megáfono.

Luis Hernández, 32, y sus tres hijos, con 5, 9 y 13 años, se esfuerzan por escuchar.

Hernández y sus hijos dejaron el estado de Guerrero, al suroeste de México, poco después de que su hermano Rafael fuera asesinado por una pandilla este año. En su teléfono, él lleva la foto del artículo de periódico que muestra el cuerpo de su hermano, un vendaje cubriendo el punto donde la bala de nueve milímetros le perforó la cabeza.

Hernández dice que tiene miedo de convertirse en la próxima víctima de la violencia en México. Pero las cosas no han estado mucho mejor en Tijuana. No ha inscrito a sus hijos en el colegio porque tiene miedo que se los secuestren. Tiene tanto miedo de dejarlos que no trabaja.

"Yo no quería estar aquí," dice Hernández, "pero la situación me ha empujado a venir."

TIJUANA, México – Cientos de migrantes pasan por el ritual diario de visitar el puerto de entrada de El Chaparral a ver qué nombres fueron llamados de la lista de espera para introducir peticiones de asilo en los Estados Unidos. Los migrantes frecuentemente tienen que esperar semanas antes de ser llamados.
TIJUANA, México – Cientos de migrantes pasan por el ritual diario de visitar el puerto de entrada de El Chaparral a ver qué nombres fueron llamados de la lista de espera para introducir peticiones de asilo en los Estados Unidos. Los migrantes frecuentemente tienen que esperar semanas antes de ser llamados.

Mientras la gente espera, voluntarios de una asociación local de ayuda legal reparten panfletos en español y en francés.

"Avena," dice un hombre que reparte tazas con el cereal, mezclado con leche, agua y especias.

El trabajador con el megáfono sigue recitando nombres. Finalmente: "ꜟHernández!" Es el último que llama.

Hernández está listo con su mochila y una pequeña maleta con ruedas. Los niños todos llevan sudaderas con capucha, protegidos del clima fresco y los cielos nublados, mientras el padre va vestido más formalmente, con una camisa de botones azul metida dentro de unos pantalones grises.

El y sus tres hijos se unen a un docena de personas. Su vida en Estados Unidos está a punto de comenzar.

10:23 a.m. - En Texas, Delmy López peina a su hija y le limpia la cara con un trapito. Hace cuatro días que ella y la pequeña de dos años, Perla, llegaron al Centro de Recursos para Inmigrantes de San Antonio tras cruzar el Río Grande.

Llegaron al río en medio de una noche tormentosa. Ella subió a Perla a sus hombros y se lanzó a cruzar el río, con las aguas revueltas que le llegaban casi a la barbilla. Llegaron a una pequeña isla en medio del río. A la luz de los truenos, López vio caimanes en la otra orilla. Aterrorizada, se paralizó. Luego de unas horas, la Patrulla Fronteriza las rescató y las llevó a un centro de detención, mojadas y descalzas. El río se había llevado los zapatos de ambas.

En el refugio, López espera por noticias de su cuñado en San Diego. Su futuro es incierto pero ella mantiene esperanza de que será mejor que su pasado.

SAN ANTONIO, Texas – Delmy López, 31, de Honduras, lleva en brazos a su hija de dos años, Perla, mientras esperan en fila para entrar el refugio nocturno para migrantes de la Iglesia Metodista Unida de Travis Park el 27 de junio del 2019.
SAN ANTONIO, Texas – Delmy López, 31, de Honduras, lleva en brazos a su hija de dos años, Perla, mientras esperan en fila para entrar el refugio nocturno para migrantes de la Iglesia Metodista Unida de Travis Park el 27 de junio del 2019.

12:18 p.m. - Syed Ashraf, dueño de la bodega Miembros en Deming, Nuevo México, revisa los bancos azules que ha instalado afuera de su local, que hace las veces de estación de autobuses de la línea Greyhound.

Este año, en el Día de las Madres, agentes federales dejaron a 250 inmigrantes a sus puertas. Algunos residentes locales prestaron ayuda y comida. Otros critican a Asharf, acusándolo de ayudar a grupos criminales que hacen ganancias trayendo a inmigrantes hasta Estados Unidos.

Asharf dice que simpatiza con la difícil situación de los migrantes. Nativo de Pakistán, se hizo ciudadano estadounidense a mediados de los 80 y trabajó como ayudante de mesero y dependiente en una gasolinera en la ciudad de Nueva York. Hoy en día es dueño de negocios en El Paso, Deming y en Las Cruces, Nuevo México. Con sus ganancias ha podido costearle los estudios universitarios a sus dos hijos.

Si les dan la oportunidad, muchos de los migrantes que pasan por Deming pueden cosechar éxitos similares, dice Asharf.

"Este es un país generoso," dice. "Aquí es donde me fue posible hacer mis sueños realidad."

2:40 p.m. - Oficiales de la Patrulla Fronteriza dirigen a un grupo de 14 reporteros en una visita guiada al Centro de Procesamiento de McAllen, Texas. Las instalaciones están diseñadas para albergar a 1,500 inmigrantes. Hoy en día 2,400 personas, incluyendo 400 niños, viven entre sus paredes.

En un corral con cerca de alambre se apiñan cerca de 100 hombres, que intentan cubrirse con mantas de Mylar. En otra parte del centro, hombres y niños pequeños se acurrucan juntos. Hay cuerpos ocupando casi toda la superficie del piso. Las mujeres están separadas por cercas de alambre al otro lado de la sala cavernosa. Las luces del techo permanecen encendidas todo el tiempo para que los agentes puedan vigilar a los migrantes.

Carmen Qualia, una oficial de la Patrulla Fronteriza que supervisa el centro, dice que los agentes han hecho lo mejor que han podido con los recursos que tienen, pero que la gran cantidad de migrantes que llegan cada día y la falta de recursos federales ha llevado a las instalaciones al límite de sus capacidades.

Repetidas solicitudes de más recursos no han sido atendidas, dice Qualia.

"Esto es mucho más de lo que habíamos anticipado," dice ella.

Más temprano en la semana, la jefa de la Patrulla Fronteriza Carla Provost hizo un recorrido de una parte de la barrera fronteriza cerca de Yuma, Arizona, y le dijo a los reporteros que su agencia enfrenta la tarea avasallante de proveer albergue a una cifra récord de jóvenes migrantes.

"Mis agentes están lidiando con esto de la mejor manera que pueden," dijo.

5:03 p.m. - Cristina Roblero, 33, espera por los clientes detrás del mostrador de su pequeña tienda e abarrotes en San Antonio, Guatemala, un pequeño pueblo rural ubicado a 170 millas al noroeste de la Ciudad de Guatemala.

IXCHIGUAN, Guatemala – Cristina Roblero, 33,  tiene una pequeña tienda en el primer piso de su casa de madera con la que gana un poco de dinero extra. Roblero, una mujer indígena maya, está considerando hacer el viaje hacia los Estados Unidos con sus tres hijos, incluyendo a la pequeña Maddy, de un año, para escapar a la pobreza extrema en las tierras altas del oeste de Guatemala.

Tiene tres hijos menores de 10 años, cuatro vacas, un cerdo y una pequeña granja en la falda de la montaña donde cultiva papas y maíz.

Roblero ha estado a cargo de la tienda desde que su esposo se fue a los Estados Unidos a buscar trabajo, hace seis meses. La mayoría de las mañanas ella se levanta al amanecer para matar y limpiar los pollos que va a vender en la tienda. Hace el desayuno para sus hijos, cuida de los cultivos, alimenta a los animales y corta madera para el fogón. Luego se encarga de la tienda y vuelve a casa alrededor de las 8 p.m. para acostar a los niños.

En total ella hace cerca de $56 a la semana, apenas suficiente para sobrevivir. Quisiera poder reunirse con su esposo en Estados Unidos pero los coyotes cobran entre $8,000 y $10,000 por persona para llevarlos. Si vendiera todo lo que tiene, incluyendo las cuatro vacas, obtendría cerca de la cantidad que necesita. Pero el resto lo tendría que pedir prestado.

"No alcanzo a hacerlo aquí sola," dice Roblero mientras contempla los estantes con bolsas de arroz y botellas de aceite para cocinar.

5:30 p.m. - El agente de la Patrulla Fronteriza Jose Garibay acelera su camioneta en dirección a una sección de la valla fronteriza cerca de San Luis, Arizona y frena de repente cuando ve a cuatro mujeres, una de ellas embarazada y caminando con un niño de 3 años.

Todas se entregan inmediatamente. Las mujeres no hablan inglés - o español. Garibay revisa sus documentos de identidad. Son de Rumania.

SAN LUIS, Ariz. – Agentes de control de fronteras hablan con una mujer embarazada que viaja con su hija de 3 años y una mujer de 41 que va con su hija de 13 años. El grupo apenas habla inglés, solo lo suficiente para pedir agua.
SAN LUIS, Ariz. – Agentes de control de fronteras hablan con una mujer embarazada que viaja con su hija de 3 años y una mujer de 41 que va con su hija de 13 años. El grupo apenas habla inglés, solo lo suficiente para pedir agua.

En el 2018, individuos de 113 países fueron detenidos a lo largo de la frontera, de acuerdo con cifras de la Patrulla Fronteriza. Más de 8,000 detenidos venían de la India, mil de Bangladesh y Brasil, y más de 250 de Rumania.

A medida que el día le cede el paso a la noche, Garibay conduce su camioneta en dirección este. La radio despierta con noticias de que se ha activado un detector de movimiento varias millas al este, en un sector desolado de la frontera. Agentes hablan, tratando de determinar si la alerta fue causada por un inmigrante, un animal o algún otro oficial patrullando el área.

Garibay decide investigar. Prende los faros encima de su camioneta y ve directamente enfrente a dos hombres agachados en el lado estadounidense de la valla.

"Aqui vamos," dice.

Viernes, 28 de junio

4:38 a.m. - Hugo Aguirre trata de dormir un poco mientras espera para entrar a los Estados Unidos. Su vieja camioneta está aparcada bajo un farol que brilla en la oscuridad que se hace más densa justo antes del amanecer. El va de camino a su trabajo en una planta de reciclaje de metales en El Paso. La fila de vehículos que esperan en el lado mexicano del puente internacional que conecta a Juárez con El Paso no comenzará a moverse sino hasta las 5 a.m.

JUÁREZ, México – Un letrero que dice
JUÁREZ, México – Un letrero que dice

A principios de año, el Departamento de Seguridad Nacional asignó a 700 oficiales de aduana a nuevas labores con la Patrulla Fronteriza como parte del operativo para lidiar con las olas de inmigrantes indocumentados que intentan llegar al país. Esto ha tenido como consecuencia que los tiempos de espera para cruzar de Juárez a El Paso se han triplicado para los residentes de la frontera -ciudadanos estadounidenses, residentes legales y otros - que cruzan cada día.

Viajeros que una vez llegaban a las 6 a.m. para cruzar el puente hacia sus trabajos, ahora tienen que llegar a las 3 o 4 a.m. para estar a tiempo en sus trabajos.

"Yo sé que están desesperados," dice Aguirre acerca de los migrantes que han abarrotado su ciudad. "Si yo me tengo que levantar una hora antes, lo hago."

10:30 a.m. - Filas de niños cantan parados en la cafetería de Dexter Middle School en Memphis, mientras padres orgullosos graban la escena en sus teléfonos.

“I’m not giving up, I’m not giving up, giving up, no not me.

Even when nobody else believes

I’m not going down so easily.

So don’t give up on me.”

Es la ceremonia de graduación para los estudiantes de Middle School y preparatoria del programa de Inglés como Segundo Idioma (ESL) de las escuelas del condado Shelby. Los muchachos, la mayoría provenientes de Centroamérica, han estado en el país por menos de un año. Para muchos, aprender una canción en un lenguaje nuevo fue un reto.

"Tenían miedo de cantar hace dos semanas," dice el profesor de música Ed Murray.

MEMPHIS, Tenn. – Daniela Rivera, 14, posa para una foto con su madre, Marisela Ramos, 34, y su hermana mayor, Mary Rivera, 19. La familia, que emigró de Guatemala, estaba presente para participar en la graduación de Daniela de un programa de Inglés Como Segundo Idioma dedicado especialmente a estudiantes que recién llegan al país.
MEMPHIS, Tenn. – Daniela Rivera, 14, posa para una foto con su madre, Marisela Ramos, 34, y su hermana mayor, Mary Rivera, 19. La familia, que emigró de Guatemala, estaba presente para participar en la graduación de Daniela de un programa de Inglés Como Segundo Idioma dedicado especialmente a estudiantes que recién llegan al país.

Una estudiante de 14 años, Daniela Rivera, llegó hace nueve meses de Guatemala.

"Nos están dando una buena educación para poder ayudar a nuestros países, así como a Estados Unidos," dice en español. Ella está aprendiendo inglés.

Su sueño es convertirse en médico.

10:52 a.m. - Catherine Gaffney trabaja en medio de un calor de 110 grados Fahrenheit al costado de un cañón en las montañas Baboquivari, al sur de Arizona. La hierba muerta cruje bajo sus pies.

Ella saca 4 galones de agua de su mochila y dibuja corazones y cruces en cada uno con tinta roja. Los coloca debajo de unos pequeños arbustos. "Trato de ponerlos a la sombra," dice.

Gaffney ha estado dejando agua en el desierto de Arizona durante más de una década, como parte del grupo No Más Muertes (No More Deaths), basado en Tucson y especializado en proveer agua, comida y primeros auxilios para migrantes. Al sur de Arizona se han encontrado más de 3,000 restos humanos desde el 2001, según la Oficina del Médico Forense del condado Pima. Muchos han muerto de frío y deshidratación. Voluntarios dicen que miles más han muerto pero nunca han sido encontrados.

En junio del 2017, agentes de la Patrulla Fronteriza hicieron una redada en uno de los campamentos del grupo y arrestaron a cuatro inmigrantes indocumentados que estaban recibiendo ayuda médica. En enero del 2018, abogados del Departamento de Justicia litigaron hasta ganar el juicio contra cuatro voluntarios de No Más Muertes por los delitos de entrar sin permiso a un área natural protegida y dejar propiedad abandonada - las jarras de agua que dejan para los inmigrantes.

Las tácticas aplicadas por la administración Trump en contra del grupo preocupan a Gaffney. "Esto envía el mensaje de que las vidas de esa gente indocumentada no vale," dice ella.

A principios de la semana, también a lo largo de la frontera en Arizona, un grupo diferent acampaba a orillas del río Colorado. Miembros de los AZ Patriots, un grupo de ciudadanos particulares que se ponen de acuerdo a través de la internet para interceptar migrantes que intentan cruzar hacia los Estados Unidos, se turnaban para patrullar partes de la valla fronteriza, buscando inmigrantes.

YUMA, Ariz. – La líder del grupo Jennifer Harrison, al frente, y dos docenas más de miembros de los AZ Patriots, acampan a lo largo del del río Colorado, en las cerca de 24 millas donde hace de frontera natural entre Estados Unidos y México. Los miembros del grupo se turnaban para patrullar sectores de la frontera y buscar migrantes.
YUMA, Ariz. – La líder del grupo Jennifer Harrison, al frente, y dos docenas más de miembros de los AZ Patriots, acampan a lo largo del del río Colorado, en las cerca de 24 millas donde hace de frontera natural entre Estados Unidos y México. Los miembros del grupo se turnaban para patrullar sectores de la frontera y buscar migrantes.

Una mañana, un grupo de cuatro indocumentados -tres adultos y un niño- cruzaron el río desde México y caminaron a simple vista. Varios AZ Patriots, incluída Paloma Zuniga, nacida en México pero naturalizada como ciudadana estadounidense, los persiguieron.

"¡Devuélvanse! ¡Devuélvanse!" les gritaba Zuniga. "Este no es su país." Más tarde, ella presumió con sus colegas: "Los empujé. Alguien tiene que enseñarles que hay algún tipo de resistencia por aquí."

No todo el mundo está de acuerdo con estas tácticas. Mike Bennett, de El Centro, California y quien se unió al grupo hace algunos meses, dice que ese tipo de ira está mál aprovechada.

"¿Por qué les gritas? ¿Acaso has caminado en sus zapatos?," le preguntó Bennett a Zuniga. "Cuando ves a los ojos a esos niños, eso te cambia."

YUMA, Ariz. – Paloma Zuniga, una mujer nacida en México pero que ahora cuenta con doble nacionalidad, acampa con otras dos docenas de miembros de los AZ Patriots  lo largo del río Colorado.
YUMA, Ariz. – Paloma Zuniga, una mujer nacida en México pero que ahora cuenta con doble nacionalidad, acampa con otras dos docenas de miembros de los AZ Patriots lo largo del río Colorado.

11:20 a.m. - Mike Furey camina a lo largo de una valla de acero en las escabrosas colinas del monte Cristo Rey, en las afueras de El Paso. El es el capataz de la estructura, que el considera un muro. Fue construído con $8 millones en donaciones privadas.

"Estoy haciendo esto para apoyar al pueblo estadounidense," dice. "Todo el mundo está bloqueando al presidente. Nada se está haciendo."

La cerca es parte de un esfuerzo nacional por construir un muro con fondos privados a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México. Hasta este día en junio, el proyecto "We Build The Wall" ha recaudado más de 26 millones a través de una página en GoFundMe.com creada por el veterano de guerra Brian Kolfage. Entre los líderes del grupo está el ex secretario de estado de Kansas Kris Kobach y el ex estratega de la Casa Blanca Steve Bannon. Los organizadores no pudieron decir si el muro ha reducido el número de inmigrantes en la zona.

De acuerdo con Furey, la donación promedio al proyecto es de $67.

12:19 p.m. - En una sala de conferencias en Washington D.C., flanqueado por las banderas del Departamento de Seguridad Nacional y de la Patrulla Fronteriza, el Secretario Interino de Seguridad Nacional Kevin McAleenan defiende el trato dado por su agencia a los migrantes que captura cada día.

"Contrariamente a lo que se ha reportado, los niños en la frontera tienen acceso a insumos clave, incluyendo cepillos de dientes, comidas apropiadas, cobijas, duchas tan pronto es posible proveerlas, y chequeos médicos," dice McAleena a los reporteros.

Denuncias recientes de condiciones infrahumanas en las instalaciones de la Patrulla Fronteriza provocó una avalancha de cobertura negativa por parte de los medios de comunicación.

McAleenan dice que ha testificado siete veces ante el congreso desde diciembre, incluyendo cinco veces desde el 1ero de mayo, advirtiendo sobre el hacinamientos en las instalaciones. Sus pedidos de ayuda urgente incluyeron una rueda de prensa en marzo desde la frontera, donde el secretario interino dijo que la situación había llegado a un punto de quiebre con 14,000 migrantes en custodia de las autoridades, seguido de otra conferencia de prensa en mayo, cuando el número de detenidos alcanzó los 20,000.

"Todo esto ha recibido una atención relativamente limitada y poca acción en el congreso hasta la semana pasada," dice McAleenan.

12:25 p.m. - Delmy López viaja en un autobús de la línea Greyhound que viaja en dirección oeste hacia California. Su hija Perla, de dos años, está sentada a su lado.

PHOENIX, Ariz.  – Delmy López, 31, una migrante hondureña, envía un mensaje con su teléfono mientras espera en la estación de la línea de autobuses Greyhound en Phoenix el 29 de junio del 2019.
PHOENIX, Ariz. – Delmy López, 31, una migrante hondureña, envía un mensaje con su teléfono mientras espera en la estación de la línea de autobuses Greyhound en Phoenix el 29 de junio del 2019.

A López todavía le duelen la espalda y las caderas de cargar a Perla a través del agitado Río Grande la semana anterior. Todavía recuerda el dolor en el cuero cabelludo cuando Perla le jalaba los cabellos para evitar caerse de sus hombros. Cuando cierra los ojos, todavía ve lo que ella cree que son caimanes deslizando sus pesados cuerpos dentro y fuera del agua, y oye el chasquido de sus mandíbulas.

Ella desliza sus dedos arriba y abajo por la aplicación de Facebook en su teléfono y se encuentra con un mensaje sobre Óscar Alberto Martínez Ramírez y su hija Valeria, dos salvadoreños que murieron cruzando el mismo río. Esta no es la trágica foto de sus cuerpos mojados e hinchados que le dió la vuelta al mundo. Este es un selfie, tomado antes. Padre e hija sonríen, aparentemente llenos de alegría y esperanza.

Las preguntas atormentan a López: ¿Qué hubiera pasado si Martínez hubiera cargado a Valeria en sus hombros, como ella cargó a Perla, en vez de llevarla metida dentro de su camisa? ¿Iba pisoteando en el río en lugar de deslizar sus pies por el fondo? ¿Por qué Dios la dejó pasar a ella pero se llevó a esta otra familia?

Se queda mirando la foto por un momento más, antes de apretar el botón de "me gusta," colocando un pequeño corazón rojo a los pies de la imagen.

2:20 p.m. - Rubén García está sentado una mesa larga, revisando los mensajes de texto que ha recibido esta tarde.

"Tengo a dos mujeres embarazadas que deben esperar por sus citas y están solicitando ubicación," dice el mensaje de un agente de la Patrulla Fronteriza.

"Buenos días, tenemos 80 para transportar esta mañana, con 3 autobuses disponibles para viajes," dice otro.

Otro, de un contacto en ICA: "64 individuos. 1 brasileño. Por favor instrucciones."

Como director de la Casa de la Anunciación,un refugio de inmigrantes de carácter religioso en El Paso, García le ha dado albergue a más de 100,000 migrantes en los últimos 8 meses, la mayor cantidad de gente que la organización ha visto en sus 40 años de existencia.

García reclutó organizaciones religiosas en El Paso, Nuevo México y Denver, Colorado, para que le dieran una mano controlando el flujo de inmigrantes. En la primavera, cuando la crisis se intensificó, el convirtió un antiguo depósito de Costco en un refugio de emergencia para mantener a los recién llegados fuera de las calles de la ciudad.

Como tal, la ciudad siente los efectos de la crisis migratoria sólo cuando hay un cambio repentino, como cuando la administración reasignó oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza del punto de entrada en El Paso a otros lugares a lo largo de la frontera, causando muchas demoras en los puentes internacionales.

"Yo creo que El Paso es muy acogedor," dice García. "La Casa Anunciación asumió la responsabilidad por todos estos refugiados que de otra manera hubieran terminado en la calle."

Sábado, 29 de junio

2:56 a.m. - Tras aprobar $4.6 billones de ayuda humanitaria para la frontera el día anterior, Trump toma el tiempo durante la cumbre del G-20 en Osaka, Japón, para hablar de las muertes de Óscar Alberto Martínez Ramírez y Valeria. El presidente argumenta que su propuesta de un muro fronterizo e incremento de medidas de seguridad los habría mantenido con vida.

"Si hubieran pensado que iba a ser difícil entrar, no hubieran venido al norte," dice. "Muchas vidas se hubieran salvado."

7:07 a.m. - Tomás Gómez, de San Antonio, Guatemala, dice que él no es un coyote o contrabandista. Pero sí sabe mucho del negocio.

Su pueblo natal es un punto de paso para muchos inmigrantes que se dirigen hacia el norte. Cada coyote tiene su propia ruta y cobra de acuerdo al grado de dificultad, dice Gómez. Los viajes más baratos cuestan alrededor de $7,800 por cada adulto. Los niños son $3,200 por cabeza. El viaje puede tomar 10 días o más.

Por $11,000, los migrantes reciben comida, alojamiento y transporte en carro hasta la frontera con Estados Unidos. El pago incluye los sobornos o mordidas para las autoridades de inmigración mexicanas a lo largo del camino, dice.

SAN MARCOS, Guatemala – Tomás Gómez Chilel, 50, dice que el presidente Donald Trump se equivoca cuando le echa la culpa a los coyotes por la ola de familias de migrantes que están llegando a la frontera. Los migrantes son los que le piden ayuda a los coyotes porque están desesperados de escapar de la pobreza extrema y la violencia, dice.
SAN MARCOS, Guatemala – Tomás Gómez Chilel, 50, dice que el presidente Donald Trump se equivoca cuando le echa la culpa a los coyotes por la ola de familias de migrantes que están llegando a la frontera. Los migrantes son los que le piden ayuda a los coyotes porque están desesperados de escapar de la pobreza extrema y la violencia, dice.

Trump culpa a organizaciones de tráfico humano por el aumento de familias inmigrantes que llegan a la frontera estadounidense, diciendo que los contrabandistas se aprovechan de los miedos de los inmigrantes.

"La gente quiere culpar a los guías, pero los guías no son los que van buscando a la gente," dice Gómez, de 50 años. "Es la gente la que va buscando a los guías."

Mientras Gómez habla su esposa, vestida con los colores brillantes preferidos por las mujeres indígenas mayas, entra a la sala con una bandeja de café y una cesta de panecillos dulces envueltos en una servilleta tejida a mano.

8 a.m. - María Barrera entra al Aeropuerto Internacional General Abelardo L. Rodríguez de Tijuana con su hijo, Esvin Barrera, de 16 años.

Entre los dos llevan una maleta, repleta de ropas donadas que recibieron en el refugio de inmigrantes en Tijuana. Barrera y su hijo viajaron a los Estados Unidos a principios de este año en busca de una vida mejor. Entraron sin autorización por Texas y pasaron más de una semana en centros de procesamiento de la Patrulla Fronteriza en Texas y California. Luego fueron enviados a Tijuana de acuerdo a lo establecido en los Protocolos de Protección del Inmigrante para que esperaran allí por su cita en la corte, pautada para diciembre.

Pero Barrera dice que ella no quiere esperar indefinidamente en el refugio de Tijuana sólo para que el juez les dé malas noticias. Ella dice que ellos no vienen escapando de amenazas de muerte o persecución.

"Nunca me van a dar los papeles," dice ella, resignada a volver a su hogar en Guatemala. "Es mejor que me marche."

10:30 a.m. - Con apenas dos años, Adriana le toma la mano a su padre mientras caminan con su madre hacia el parque.

La familia encontró un parque con sombra cerca de su nueva asa en Long Branch, New Jersey. Adriana se trepa por el tobogán. En una cancha de basketball cercana, los jugadores entrenan.

LONG BRANCH, N.J. – Jaime Escalante Galvez, 35, Leydi González, 29,  y su hija, Adriana Escalante González, 2, caminan al parque el 29 de junio del 2019.
LONG BRANCH, N.J. – Jaime Escalante Galvez, 35, Leydi González, 29, y su hija, Adriana Escalante González, 2, caminan al parque el 29 de junio del 2019.

Hace apenas unos meses, Jaime Escalante Galvez se despertaba cada día en su natal Jalapa, Guatemala, sin saber si podría volver a su casa con vida ese día. La tasa de homicidios en Guatemala es de 26 por 100,000 personas - cinco veces la cifra de los Estados Unidos y casi tres veces la de Afganistán, Perú y Filipinas, según cifras de las Naciones Unidas.

Eso fue antes de que él y su familia decidieran marcharse; antes de que se escurrieran debajo de la valla fronteriza, llegaran al centro de detención, y luego pasaran por una iglesia y un vuelo comercial para llegar aquí, a una nueva vida.

"Deje mi país. Deje mis pertenencias, mi ropa. Llega a los Estados Unidos sin nada," dice Escalante. "Estaba pensando cómo salir adelante. Yo emigre por una vida mejor."

El juega un rato con Adriana. Luego la familia camina de vuelta a la casa de unos familiares donde se están quedando, haciendo una parada en la bodega para comprar patas de pollo y arroz para la cena.

1:39 p.m. - Henry Umaña se pavonea por el amplio Paseo de la Reforma de Ciudad de México, rodeado de carrozas y banderas decoradas con los colores del arco iris. La multitud aplaude.

Para Umaña, de 33 años, es como si estuviera caminando por un sueño. En su Honduras nativa, él vivía en un miedo constante. Muchos de sus amigos habían sido golpeados por ser gay. Una de sus parejas fue asesinado.

Desde que emigró hace dos años, la Ciudad de México lo ha aceptado de maneras que él nunca había imaginado. El año pasado se inscribió en un programa que enseña programación a inmigrantes y ahora trabaja con un startup de tecnología haciendo celulares.

Umaña no sabe si podrá quedarse en México. Hizo su petición de asilo tan pronto como llegó hace dos años, pero la oficina de refugiados del país le ha negado su aplicación dos veces.

"Yo les he dicho en broma, '¿es que tengo que llegar con las heridas de bala abiertas?' Y ellos me dijeron, 'Si, para tener un mejor caso, tiene que haberte pasado algo muy malo'," dice. "Yo les he dicho que prefiero intentarlo ahora [pedir asilo] y permanecer vivo a esperar a que me maten."

2:21 p.m. - Yenelin Guadalupe García Solval está sentada a la sombra de un edificio de apartamentos en Anaheim, California, dibujando un retrato de su amiga en la pantalla de su teléfono.

García Solval, 19, recientemente recibió asilo luego de que un juez determinara que los peligros que enfrenta como lesbiana en Guatemala lo ameritaba. Su hermano menor, Elvis, de 14 años, todavía está en riesgo de que lo deporten. Sus abogados han introducido una nueva petición de asilo basada en su edad. Si lo regresan a Guatemala, no tiene a dónde ir porque la mayoría de su familia ha salido del país, dice García Solval. Otro factor es que Elvis está en la edad en que las pandillas callejeras reclutan a sus miembros.

A pesar de las preocupaciones por el destino de su hermano, García Solval se mantiene optimista acerca de su vida en los Estados Unidos. Está cautivada por los shows de detectives en la televisión. Una vez que se gradúe de la escuela secundaria Katella en Anaheim, planea estudiar criminología en la universidad y un día convertirse en detective de la policía.

"Yo siento que esta es mi vida real. Que yo pertenezco aquí," dice.

5:33 p.m. - Después de un viaje peligroso desde Honduras, Delmy López llega a la estación de autobuses de San Diego con su pequeña de dos años, Perla.

SAN DIEGO, Calif.  – Delmy López, 31, un migrante hondureña, le envía un mensaje de texto a su cuñado mientras carga en brazos a su hija de dos años, Perla, en la estación Greyhound al final de un viaje de dos días de San Antonio, Texas, a San Diego, el 29 de junio del 2019.
SAN DIEGO, Calif. – Delmy López, 31, un migrante hondureña, le envía un mensaje de texto a su cuñado mientras carga en brazos a su hija de dos años, Perla, en la estación Greyhound al final de un viaje de dos días de San Antonio, Texas, a San Diego, el 29 de junio del 2019.

Hace un gesto victorioso. "Yo, aquí, en los Estados Unidos," dice, sacudiendo la cabeza todavía sin creerlo. Carga a su niña y las dos se adentran a su nueva ciudad desconocida.

Mientras espera a que su cuñado venga a recogerla, López se fija en un campamento de personas sin hogar frente a la estación de autobuses. Lonas impermeables se estrechan encima de sillas de jardín y un carrito de supermercado en mal estado. Hombres abrigados circulan por el área lentamente.

Ella pregunta: "¿Por qué están haciendo eso, si este es un país tan rico?"

Domingo, 30 de junio

9:30 a.m. - En el centro de El Paso, Elsa Aramvide abre la cerradura de una puerta enrollable y la empuja para revelar Sunrise Wigs, una cornucopia de pelucas de fantasía, pestañas postizas y uñas acrílicas que más bien parecen garras. Pelucas en rojo, amarillo y marrón, además de extensiones de cabello de todos los largos, formas y colores, decoran las paredes.

EL PASO, Texas – Elsa Arrambide, una de las dueñas de Sunrise Wigs en el centro de El Paso, abre su tienda el domingo por la mañana, en una calle popular entre los que cruzan la frontera para hacer compras. Arrambide dice que su negocio ha disminuido mucho por las largas filas que ya se han convertido en algo común en el Paso del Norte International Bridge, situado a pocas cuadras al sur.

La decisión de la administración Trump de retirar a funcionarios de aduana de sus puestos en el puerto de entrada de El Paso ha afectado drásticamente los tiempos de espera para cruzar a la ciudad. Muchos de los carriles de vehículos en el puente internacional tienen ahora letreros de "cerrado" brillando a todas horas. Dentro del edificio de aduanas, muchas de los taburetes donde los oficiales de CBP le daban la bienvenida a los peatones permanecen vacíos.

Aramvide y su madre, Raquel Ángeles, dicen que muchos de sus clientes han dejado de cruzar el puente internacional que por décadas ha llevado a compradores mexicanos hacia los vendedores callejeros de El Paso.

"Nuestras ventas son un 40 por ciento de lo que estábamos haciendo hace un año," dice Ángeles. "Esta calle está desierta! Parece una ciudad abandonada. Esto nos pone tan tristes."

10 a.m. - Una mujer reparte programas para el servicio dominical de El Redentor, una iglesia metodista de mayoría guatemalteca en Memphis. Impreso en cada programa está la foto desgarradora de Óscar Alberto Martínez Ramírez, padre e hija salvadoreños que murieron ahogados en la frontera.

"Rogamos por los padres y madres, hijos e hijas, que están en camino, arriesgando sus vidas en busca de una vida mejor," dice el texto que acompaña a la imagen.

La pastora Luz Campos, quien nació en Perú, le dice a las alrededor de 40 personas congregadas que no se olviden de sus raíces y ayuden a los inmigrantes que recién llegan. Algunos inmigrantes en Memphis tienen tanto miedo de los oficiales de inmigración que no salen de sus casas. Una mujer está embarazada de cinco meses y se niega a ir al hospital.

Este es tu nuevo ministerio, dice Campus a la congregación. Vamos a tenderles la mano a los que viven encerrados.

"¡Somos valientes!," grita ella. "¿Cuántos me van a decir, 'Amén'?"

“¡Amen!” responde la audiencia.

10:10 a.m. - En Ciudad de México, el presidente Manuel Andrés López Obrador está parado en la parte trasera de una camioneta pickup blanca con la insignia de la nueva Guardia Nacional.

Rodeado del alto mando de la policía y los militares, el presidente -también conocido por sus iniciales AMLO- pasa frente a las filas de cientos de hombres y mujeres que están en posición de guardia en el gran campo de hierba. Una enorme bandera mexicana proyecta una larga sombra entre ellos.

Desde junio, miembros de la Guardia Nacional se han convertido en una patrulla fronteriza de facto.

"Tenemos que actuar, con uso moderado de la fuerza pero respetando los derechos humanos," les dice el presidente.

A tres millas de ahí, cientos de hombres y mujeres marchan por el Paseo de la Reforma pidiendo la renuncia del presidente. Desde que asumió el poder el año pasado, López Obrador ha sido criticado por ser demasiado blando con los inmigrantes.

"Le está dando ayuda financiera a una gente que no es de nuestro país cuando hay tanta necesidad en México," dice Olivia Quintero Bernal, una de las manifestantes, expresando una de las quejas más comunes contra el mandatario.

1:30 p.m. - Es un día soleado y caliente en San Diego y Delmy López aprovecha para jugar con su hija Perla, de dos años, en el Balboa Park. Ambas llevan ropa nueva, regalos del cuñado de López, Carlos Aldana.

Pero López se pregunta cuánto durará esta nueva vida en los Estados Unidos.

La noche anterior el empleado de un motel se negó a rentarle una habitación porque ella no tenía documentos de identidad apropiados (ella dice que oficiales de inmigración de Estados Unidos le confiscaron su carnet de identidad nacional hondureño cuando al procesaron en la frontera). Y una mujer que iba a rentarle un departamento cambió de opinión en el último minuto y sin darle ninguna explicación.

Aldana no puede costear los gastos de tenerlas a la casa donde viven, así que López se está quedando sin opciones. Ella dice que va a tratar de encontrar algo en San Antonio, Texas, después de su primera audiencia en la corte. Y si no puede encontrar refugio allá o en San Diego, tendrá que devolverse a Honduras.

"Parece que mi sueño está a punto de acabarse," dice.

TAPACHULA, México – Waldina Bonilla Rodríguez, de Honduras, trata de no perder de vista a su hijo de 8 años, Oscar, mientras el pequeño camina entre la muchedumbre descalzo y pidiendo dinero. Rodríguez extiende una taza de plástico mientras su hija de dos años, Delin Nicol, tira de su camiseta sin mangas. La pequeña llora pidiendo atención, su cabello rubio lleno de nudos.

5:02 p.m. - Waldina Bonilla Rodríguez, 32, vigila a su hijo de 8 años, Oscar, mientras el pequeño camina entre la muchedumbre en Tapachula, México. Va descalzo y pidiendo dinero.

Rodríguez extiende una taza de plástico mientras su hija de dos años, Delin Nicol, tira de su camiseta sin mangas. Cada cierto tiempo, ella agita las pocas monedas que lleva en la taza con la esperanza de que el sonido atraiga más limosnas.

Rodríguez llegó aquí a mediados de Abril luego de huir de su casa en Honduras. La familia pasó las primeras dos semanas durmiendo en el suelo en un parque del centro de la ciudad. Los últimos dos meses han estado viviendo en un refugio con otros inmigrantes.

Pandilleros en su estado natal de Yoro, Honduras, le cobraran un "impuesto" semanal que la sumergió aún más en la pobreza, dice Rodríguez. También cuenta que su hijo mayor, que tenía 9 años en ese momento, fue violado por un familia. Ella denunció el hombre a la policía y muestra un artículo de prensa en el teléfono que ella dice prueba su historia. El familiar pasó un tiempo en la cárcel pero fue liberado. Rodríguez dice que ella ahora teme por su vida.

Ella hizo una petición de asilo en México pero dice que no es seguro para ellos quedarse ahí. Su objetivo es alcanzar los Estados Unidos, donde ella ha oído que reciben a inmigrantes que escapan de la violencia.

"Yo he sufrido muchos abusos en Honduras," dice ella. "No quiero que mis hijos pasen por lo mismo."

El final del viaje: El funeral de Óscar y Valeria

Hombres, mujeres y niños vestidos en colores oscuros llegan en masa a la Funeraria Municipal del cementerio de La Bermeja, en San Salvador. Dentro de los ataúdes están los cuerpos de Óscar Alberto Martínez Ramírez y su hija Valeria.

Padre e hija salieron de El Salvador en abril junto a la esposa de Martínez, Tania Vanessa Ávalos. Martínez soñaba con encontrar trabajo y comprar una casa donde Valeria pudiera crecer.

El funeral atrajo a más de 200 personas, incluyendo amigos, familiares y miembros de su iglesia. El alcalde de San Salvador y el presidente del país enviaron sendos ramos de flores.

A la mañana siguiente, los dos ataúdes fueron descendidos a la tierra en La Bermeja. La ceremonia familiar fue de carácter privado, así que la multitud de reporteros y cámaras de televisión tuvieron que esperar fuera de las puertas del camposanto, donde el arco blanco de la pared del cementerio se alza hacia un cielo despejado.

La noticia del funeral le dio la vuelta al mundo.

A más de 2,000 millas del cementerio, a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, otras historias y muertes ocurren sin que nadie se entere.

Esta historia fue escrita en inglés por Rick Jervis y traducida al español por Teresa Frontado. El contenido es producto del trabajo de los reporteros y fotógrafos Daniel Borunda, Victoria Camarillo, Rafael Carranza, Daniel Connolly, Hannah Gaber, Diana Garcia, Alan Gomez, Daniel Gonzalez, Jack Gruber, Harrison Hill, Sandy Hooper, Bart Jansen, Jervis, Mark Lambie, Pamela Ren Larson, Sean Logan, Aaron Montes, Omar Ornelas, Nick Oza, Rebecca Plevin, Annie Rice, Joe Rondone, Courtney Sacco, Matt Sobocinski, Lauren Villagran, Jared Weber and Julia Gavarrete.

More in this series

What happens to migrant children detained by the US government? One immigrant's story

How the USA TODAY Network spent a week reporting on the border to learn more about migrants

More migrants arrive from Guatemala than anywhere else. A dangerous flower is partly to blame

Local governments spend millions caring for migrants dumped by Trump's Border Patrol

US border crisis: Who are the migrants, why are they coming and where are they from?

Under surveillance: The lives of asylum-seekers and undocumented immigrants in the US

Is President Trump provoking illegal immigration by cutting aid to Central America?

This article originally appeared on USA TODAY: La frontera: peligros acechan a migrantes tanto en México como en EEUU